jueves, abril 25, 2024
    Una huella luminosa: poética de Minerva Margarita Villarreal

    María Fernanda Martínez

     

    Los milagros existen, ocurren en la poesía. Lo digo con la seguridad de quien sabe que todo puede ponerse en duda: la existencia de Dios, la cotidianidad de la vida, la forma en que vemos las cosas, pero nunca la agitación que deja el poema en quien lo lee y ha sido verdaderamente alcanzado por él. Herida luminosa es un poemario de Minerva Margarita Villarreal publicado en el 2008, y por el título, cuando lo leí, pensé en la antología de poesía internacional de Czeslaw Milosz Un libro de cosas luminosas de la colección de poesía El Oro de los Tigres. En el primer ensayo que aparece en el primer apartado se lee lo siguiente: “La epifanía es un develamiento de la realidad. Lo que en Grecia fue llamado epiphaneia significaba la aparición…” (Milosz, 2009, pág. 14). Y es así que en la lectura se nos aparece la divinidad en el lenguaje, se materializa en sensaciones, aromas, colores: “La epifanía también puede significar un momento privilegiado en nuestra vida entre las cosas de este mundo, las cuales, de pronto, revelan algo que no habíamos observado hasta ahora; y ese algo es como descubrir su misterioso lado oculto” (Milosz, 2009, pág. 15).

    Observar algo que no habíamos observado o, tal vez, observar a través de los ojos del poeta, con esa mirada prestada pues nuestros ojos no ven así y el poeta nos la comparte. La poesía nos convida; en el milagro y la epifanía, nos encontramos unas veces con el otro, y otras tantas con nosotros mismos. Así, en la obra poética de Minerva Margarita Villarreal nos encontramos con el erotismo, la muerte, el amor, la violencia, con santa Teresa de Jesús o los clásicos. La poeta nos presta su mirada.

    Paisaje y violencia

    Pienso en Vike: un animal dentro de mí (An.alfa.beta. 2017), en esos poemas que nos dibujan un paisaje árido, seco, inclemente y violento. Y, ahora que he mencionado el paisaje, apunto los poemas que abren y cierran el libro, poemas que recuerdan al haiku:

    El árbol resplandece
    mientras un viento fresco
    pasa entre sus ramas.

    (2017: 9).

    Cae la lluvia entre a bruma

    Camino de regreso:

    Frío es el viento

    La lluvia cae

    (2017: 57).

    Estos poemas me remiten, nuevamente, al inicio de Herida luminosa: “En la sonoridad de este árbol a mitad de la lluvia”. Veo entonces que la poética de Minerva Margarita se nutre de elementos recurrentes: la lluvia como elemento que limpia, renueva; el viento como hálito; el árbol como cuerpo. Este último es evidente en la prosopopeya de un poema de Vike:

    Sin que nadie lo viera
    llegó a plantarse en mi jardín
    con el tronco erguido
    el pelo lacio
    sus pies de tierra se transformaron en raíces
    sus brazos se hicieron ramas
    (…)

    Yo vi sus ojos
    y me alcanzó el susurro de su canto
    su mirada perdida más allá del cierlo
    (…)

    En sus labios mi vida es el mundo
    (…)
    Sentada bajo su sombra
    dejo que me acaricien sus manos
    y roce mi cuello con sus uñas
    A este árbol malo
    lo quiero para mí

    (2008: 24-25)

    El árbol como cuerpo del otro, del padre, monumento y presencia. Cito un fragmento de un poema de Las maneras del agua, “Siempre he dicho que ese árbol es Cristo/ desnudo sobre una pila de ceniza/ llamándome desde la cruz del valle/ que enmarca mi ventana” (2016:78). Pero sobre estos elementos de su poética volveré más tarde. Por lo pronto, me centraré en Vike. En este poemario, la poeta ilustra con el pincel de la palabra un paisaje de la violencia. ¿Qué hacemos con esto? ¿Qué reacción podemos tener cuando la poesía nos dibuja algo violento? Sin duda, un sacudimiento e incomodidad. El primer poema con el que nos recibe Minerva y que cité al inicio, nos posiciona ante un aliento que escapa entre el follaje, atestiguando la historia de Virginia, Vike.

    La voz poética nos presenta un imaginario de un paisaje árido que sin duda me recuerda a dos cosas: Minerva en Higuera y a Juan Rulfo. El espacio del poema es rural, hay tierra que labrar, animales que pacen, está trastocado por las ausencias y los abusos como en la obra de Rulfo. En alguna ocasión, durante la sobremesa, comentaba esto con Minerva; el guiño más claro a la literatura rulfiana es, para mí, el caballo:

    El caballo de mi padre volvió a perderse
    se lo había llevado el viento
    o lo habían desaparecido

    Mi padre aguarda
    sin voltear a otro norte que la sierra

    Sólo se mueven las nubes
    y de pronto una ráfaga
    regresa al caballo
    hasta la sombra donde mi padre
    toma la rienda

    (2017:. 37)

    Este poema me llevó a pensar en la muerte de Miguel Páramo y su caballo que recorría la noche. Pero de vuelta a Vike y su espacio trastocado: la poeta nos ha dado su mirada y su voz para conocer la historia de Vike que es la historia de todas; en este poema se canta la vida y muerte de una mujer violentada, reducida a nada:

    Una luz
    me despertó de golpe
    una luz en medio de la cama
    pero nadie me oía
    Yo gritaba pero nadie me oía
    como si fuera un sueño
    entre las fieras
    nadie me oía
    Me hicieron morder polvo
    me dejaron sangrando

    Hecha escombro:

    Nada

    (2017: 20)

    Huérfana de madre, murió al dar a luz, Vike fue dejada a la intemperie; así, este poemario tiene más de una protagonista: la naturaleza encarna una doble participación: protagonista y testigo.

    Bajo el sol inclemente
    pasé hambre y miseria
    así arreara cabritos
    y vendiera zaleas
    hatos de leña
    palmas benditas
    o cirios pascuales en la iglesia

    Mamá murió de parto
    papá me crio
    me hizo ver la estrella
    que guarda el pozo del aljibe:

    Sus filos despuntan cuando llega la noche

    (2017: 21).

    El día con el sol que no da tregua, el viento como fuego y otras como aliento, la labor que no cesa y tampoco basta. La noche, con la estrella de testigo, cubre con su manto el abuso del padre:

    De golpe lo sentía
    tapándome la boca
    y que no despertaran mis hermanos
    que nadie me oyera

    Me hacía entre las sábanas

    Yo gritaba
    y mi voz se estancaba
    se secaba como el agua del río
    como si fuera un sueño
    (2017: 22).

    Vuelvo entonces al árbol, ese árbol-cuerpo, árbol-presencia que en cada poema de la amplia obra de Minerva adquiere un matiz distinto; aquí, el árbol es testigo y mausoleo de Vike:

    Cuando me bajaba
    papá me llevaba al monte
    Estáte aquí
    quieta
    mientras termino de curarte
    deja que te sobe
    Lejos
    hasta que hallábamos el árbol

    Tenía que ser allí
    debajo del castaño
    (…)
    resguardándonos del sol
    detrás de ese tronco
    donde nadie nos viera

    (2017: 40).

    Los espacios abiertos, la naturaleza, se vuelven en el poema el lugar del acto violento y, aún así, a la vista de todos, nadie ve. El abuso se ha hecho uno con la realidad: es indivisible. Pienso en el castaño, este árbol que nos recibe con calma, con un silencio apacible que, para las Vikes del día a día, no significa otra cosa que un silencio cómplice, sórdido, el resto era beber a oscuras/ los golpes del silencio. De igual manera, hay que pensar en la casa, ese espacio que en palabras de Gaston Bachelard es nuestro rincón del mundo, íntimo, nuestro primer universo; el lugar que debiéramos encontrar seguro. Pero Vike fue abusada tanto fuera como dentro de su casa; fue robada, golpeada y asesinada. A pesar del abuso que el pueblo conocía, Se dice que desvariaba por lo de su papá, la violencia ha trastocado la vida, tanto que es imperceptible:

    Revolvieron la casa buscando indicios de robo
    de violencia
    pero nada

    (2017: 27).

    Sin embargo, a pesar de esta dura epifanía, porque nadie dijo que las revelaciones son exclusivamente agradables, la poeta nos permite salir del libro con un respiro. El viento, ese otro elemento recurrente en la poesía de Minerva, es aquí agente de cambio:

    María Virginia González Chapa fue enterrada
    a la vera del río que no es río sino un lecho desecado
    donde las piedras brillan
    y las espinas hieren
    el cielo reverbera
    y el viento hace milagros
    (2017: 55).

    Y el árbol que es cuerpo, que es mausoleo, es Vike Y tu cuerpo se ramifica/ Vike. Este árbol que vio la historia de Vike, deja que el viento lo atraviese, llevándose consigo aquello que la aprisionó antes.

    Ese árbol cuya fronda
    deja pasar al viento
    es un milagro
    (2017: 62).

    El viento, como la palabra, se convierte en hálito de vida.

    No sólo en río o en ave
    la vida
    en tenue viento
    transformada
    (2017: 64).

    *

    Agrego una cita más, pero ahora de su poemario Las maneras del agua, es del poema “Guiomar de Ulloa”: En tu oración el nimbo crece/ y la palabra empieza a tener trato (2016: 75). Ese nimbo sería para Minerva la luz en su poesía. La última vez que nos vimos compartimos un café en su departamento, fui para platicar con ella sobre mis planes después de egresar. Al despedirnos, le agradecí sus enseñanzas, sus consejos, su amistad si es que el atrevimiento me es permitido. Ella contestó que el cariño y aprecio era mutuo y que esperaba que el tiempo dejara crecer esas huellas, y así ha sido: Minerva Margarita falleció el 20 de noviembre del 2019, pero la visito en cada poema suyo que es una morada; todas ellas, un castillo: su poesía. Sigo visitándola como ahora, en este texto; tomamos un café y le cuento mis proyectos y su hálito me alcanza a través de la palabra. Su huella luminosa sigue creciendo.

    Referencias

    Milosz, C. (2009). Un libro de cosas luminosas. (Vol. I). Monterrey: Biblioteca Universitaria Capilla Alfonsina/ UANL.

    Villarreal, M. M. (2016). Las maneras del agua. Ciudad de México: Fondo de Cultura Económica.

    Villarreal, M. M. (2017) Vike: un animal dentro de mí. Monterrey: An.alfa.beta.

    Villarral, M. M. (2009) Herida luminosa. Ciudad de México: Conaculta.

     


     

    María Fernanda Martínez Quintanilla. Graduada de Letras Hispánicas de la Facultad de Filosofía y Letras, UANL. Becaria en el Festival Cultural Interfaz 2017 y del Centro de Estudios Humanísticos de la UANL 2019. Ha participado en distintos coloquios y encuentros de investigación. También ha publicado en revistas literarias y culturales. Editora, bibliotecaria y feminista en constante lucha contra su formación religiosa. Miembro del Colectivo feminista Polifonías y colaboradora en la revista digital Vocanova. Cuando logra alejarse del registro académico, escribe poesía.