jueves, abril 25, 2024
    <i>Retourne-toi</i>: amar a otra mujer desde los ojos de Céline Sciamma

    Graciela S. Silva

    Enamorarse de una mujer siendo mujer se parece mucho a habitar una película de Céline Sciamma (Pontoise, Val-d’Oise, Francia, 1978): tiene un poco de sentirte atraída por alguien a quien aún no conoces y a quien necesitas conocer, como Marie en Lirios de agua (Naissance des pieuvres, 2007); es elegir entre la decisión de la poeta o de la amante como Marianne y Héloïse en Retrato de una mujer en llamas (Portrait de la jeune fille en feu, 2019).

    En los filmes de la directora francesa es posible encontrar una gran cantidad de detalles y guiños que, si bien se muestran para cualquiera, toman otro matiz para quienes hemos estado en una relación lésbica o cuir: la tensión previa a saber si esa persona está o no teniendo un interés más allá de la amistad, la ternura, la búsqueda por cuidar y proteger a la otra, el deseo nacido de la construcción de una complicidad y la búsqueda de intimidad; aspectos que chocan con la heterosexualidad obligatoria de la que habla Adrienne Rich a la que son orillados los personajes de Adèle Haenel (Floriane en Lirios de agua y Héloïse en Retrato de una mujer en llamas.)

    Los doce años que separan su ópera prima de su cinta más reconocida hasta el momento, no sólo nos dejan ver la madurez creativa de una directora y guionista como Sciamma, sino que nos permiten notar los intereses que permanecen entre ambas películas, así como los puntos de vista desde los cuales aborda las historias.

    Ambas obras surgen de la necesidad de mostrar más personajes lésbicos en el cine, y a pesar de que se desarrollan en entornos muy distintos, relatan situaciones que dialogan entre sí. En el primer caso, un amor adolescente correspondido sólo en momentos y a medias; y en el segundo, un romance lésbico destinado a terminarse en unos días. Sin embargo, es el punto de vista de la directora lo que llena de matices las cintas, permitiéndonos experimentar al lado de sus protagonistas diversas emociones.

    Lirios de agua surge del guion con el que la cineasta se graduó de La Fémis y que fue filmado en la localidad de Cergy-Pontoise en donde la directora creció; narra la historia de Marie (Pauline Acquart), una adolescente que asiste a una exhibición de nado sincronizado para ver a su amiga Anne (Louise Blachère), es ahí donde conoce a Floriane (Adèle Haenel), que es la capitana del equipo y una de las chicas más populares, y por quien se siente fuertemente atraída.

    Además de la ambigua relación que comienza a construirse entre Marie y Floriane que cambia cuando están a solas por la imposibilidad de esta última para abandonar la heteronorma; Céline Sciamma logra sumergirnos en un coming-of-age desde una mirada lésbica en el que se exploran los deseos sexuales, las inseguridades frente al cuerpo y la presión social presente en la adolescencia, la cual lleva a Floriane a querer encajar con la imagen de “chica fácil” que se tiene de ella y que contrasta con su necesidad de confesarle a Marie que nunca ha tenido relaciones con nadie y que necesita que la ayude a perder la virginidad.

    Still de Lirios de agua (Naissance des pieuvres, 2007)

    Lirios de agua es parte de una trilogía de cintas coming-of-age en la que también se encuentran Tomboy (2011) y Girlhood (Bande de filles, 2014), dos películas vistas también desde la mirada femenina y cuir en la infancia y adolescencia que, al igual que su ópera prima, se desarrollan en los suburbios de París, pues para la directora ha sido importante narrar esas historias que surgen en las periferias, que es en donde vive la clase media.

     

     

    Por su parte, Retrato de una mujer en llamas es un filme de época —ambientado en la Bretaña del siglo XVIII— que aborda la relación entre Marianne (Noémie Merlant), una pintora contratada para realizar un retrato de Héloïse (Adèle Haenel), una mujer que se ha negado a posar pues no acepta que el designio de la pintura sea casarse con un importante milanés, el cual fue el prometido de su hermana antes de que ésta se suicidara. La condesa, y madre de Héloïse (Valeria Golino), solicita a Marianne que realice la pintura sin que su hija se dé cuenta, haciéndose pasar por su dama de compañía.

    En algún punto, Marianne confiesa el propósito de su estancia y destruye la primera pintura, mientras que Héloïse acepta posar para un nuevo retrato sólo si es Marianne quien lo pinta, su madre accede a la situación y las deja al lado de la mucama, Sophie (Luàna Bajrami) con quien crean una fuerte complicidad y la ayudan a abortar.

    A solas, la pareja rompe con el mito de la musa y de la artista que observa a quien pinta, para mostrarnos que también es Héloïse quien mira a Marianne mientras es retratada, y que es ella quien decide cómo mostrarse ante la pintora. Inician así un breve, aunque intenso, romance que se queda en la memoria de ambas incluso después de concluido.

    Retrato de una mujer en llamas (Portrait de la jeune fille en feu, 2019).

    Para Céline Sciamma la película no es sobre un amor imposible, sino sobre un amor que es posible, aunque la historia sea imposible: es una narrativa sobre lo que queda de un amor después de acabarse y la huella que deja tras de sí, un amor que sigue vivo a través del arte y la memoria.

    “Quería retomar lo que dice Mary Oliver acerca de que un corazón roto es un corazón abierto al resto del mundo”, señala la creadora sobre Retrato de una mujer en llamas y refiriéndose al final del poema “Lead”: “I tell you this / to break your heart, / by which I mean only / that it break open and never close again / to the rest of the world”.

     

    Un cine sin musas

    En diversas entrevistas, Céline Sciamma ha dejado claro que, como directora, ella también ha buscado romper ese mito fundacional del arte que fetichiza la existencia de la musa y reduce a las mujeres a simples objetos. Es así que busca crear sus películas desde la horizontalidad, permitiendo libertad expresiva y creativa a sus protagonistas, especialmente en el caso de Retrato de una mujer en llamas. En las cintas es posible notar el desarrollo actoral de Adèle Haenel, quien juega un papel protagónico en ambas y que, en la más reciente, da vida a un papel que fue creado específicamente para ella.

    Entre un filme y otro, Sciamma y Haenel sostuvieron una relación amorosa que duró once años, y que fue revelada en 2014 cuando al recibir un premio César, Adèle lo dedicó “a Céline, porque la amo”; y aunque para la filmación de Retrato de una mujer en llamas ya no eran pareja, sí seguían manteniendo una amistad y complicidad creativa.

    Para Sciamma es importante también que sus películas se muestren desde lo que llama la “mirada femenina”, contrapuesta a la “mirada masculina” de la que habla Laura Mulvey y en la que predomina la hipersexualización y fetichización de las mujeres.

    En la escena en que Marie y Floriane protagonizan un encuentro sexual en Lirios de agua, la directora logra transmitirnos la incomodidad por la que atraviesan y el difícil contexto emocional que representa para ambas, por lo que Sciamma asume también una posición totalmente contraria a una búsqueda por cargar el momento de erotismo.

    En Retrato de una mujer en llamas, aunque el erotismo y el deseo sí están presentes entre Héloïse y Marianne, no son el centro de su relación ni están dirigidos a complacer a quien mira, sino en mostrarnos la complejidad del vínculo entre las protagonistas; por la misma razón, la cámara se encuentra fija y situada en encuadres específicos y no está acechando a las protagonistas, sino atestiguando su encuentro.

    Retrato de una mujer en llamas (Portrait de la jeune fille en feu, 2019).

    En ambas cintas, la directora busca mostrarnos con las miradas entre Marie y Floriane y entre Marianne y Héloïse, las distintas facetas por las que atraviesan. En Retrato de una mujer en llamas resulta más evidente, la misma directora señala: “he querido explorar los mecanismos de la mirada. Después de todo, amar a otra persona es mirarla”. Desde la primera escena, Marianne es retratada por sus alumnas y la directora las muestra alternando la vista entre la obra y la modelo. Esta situación nos anticipa lo que pasará luego con Marianne, quien observa constantemente a Héloïse para poder retratarla, y más tarde ésta última se muestra decepcionada al descubrir que la razón de las miradas no era ella, sino el retrato que de ella se pinta. Es así como accede a posar y al ser consciente de la pintura, la observación ya no cae exclusivamente en ella, pues mientras Héloïse es pintada mira a su vez a Marianne y se encuentran en una posición similar. Es ahí, en esa igualdad de condiciones, que su amor se vuelve posible y real.

    Lirios de agua empieza con el crush que nace en Marie al ver al equipo de natación, pues su mirada se limita a seguir a Floriane y a admirarla a la lejanía sin que ella se sepa vista de esa manera. Este recurso se repite al final de Retrato de una mujer en llamas, en donde Marianne contempla a Héloïse durante el concierto y recuerda la imposibilidad de su relación, pero descubre que el recuerdo aún habita en Héloïse al escuchar “Verano” de Vivaldi mientras es observada sin notarlo.

    Sin embargo, la mirada más importante que comparten es acaso la última. Después del último abrazo y antes de que Marianne cierre la puerta y se separen para siempre, Héloïse le dice que se voltee a verla y es así que la vislumbra como Orfeo a Eurídice para convertirse, a partir de ese momento en un recuerdo, en un fantasma que repite “Retourne-toi”. Una mirada que surge de la decisión de la poeta y no de la amante, de quien desea preservar el recuerdo como lo único que resta de un amor después del incendio.

     


     

    Graciela S. Silva (Popotla, CDMX, 1989) es escritora y editora. Estudió Periodismo y la maestría en Historia del Arte en la Universidad Nacional Autónoma de México. Ha colaborado con publicaciones como Periódico de Poesía, La gaceta del Fondo de Cultura Económica, Este País, Casa del Tiempo de la Universidad Autónoma Metropolitana, Armas y Letras, entre otras publicaciones. Como editora, se ha involucrado en la publicación de más de treinta novelas juveniles, libros de poesía infantil y libros álbum, así como publicaciones de arte y fotografía.

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