<i>A[tajos] migrantes</i> (fragmento)

Camila Krauss

 

Los rieles del tren queman. Queman frío, queman caliente.

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“Lo que sentimos no es ilegal

Lo que sentimos no es ilegal…”

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Un solo hecho miles de cientos de versiones migrantes.

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Rebasada, descolocada y perturbada bajo un efecto Rashomon (distopía). Todas las historias de los migrantes una historia repetida, pero no. El mismo atraco, estampida, robo; contado en nicaragüense, en guatemalteco, en hondureño, en salvadoreño, en mexicano…

[…]

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“—¿De dónde eres? —Francés [Risas]” Julio. Diabetes, pie con gangrena. Hondureño.

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Después de la cena. “Voy a partir —se para de la mesa— pero no para el otro mundo [Risas].”

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Muda de ropa, jabón, papel de baño. Curación de ampollas. Asistencia psicológica.  Tres noches. Tres comidas al día. Se cocina en un fogón de leña en un lugar a más de 34 grados centígrados en febrero.

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Aguijoneados.

El tren aúlla, garras, cola: La Bestia.

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El tren, los temblores, la Falla de San Andrés, de aquí a la frontera con USA.

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El voluntario se compromete a 20 días sin salir del Albergue. 

“Aprender y servir”, rezan las madres de la Congregación del Ángel.

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Hubo una música con bachata, las mujeres que van en familia no bailan porque van en familia, las que van solas no bailan porque van solas; bailan las voluntarias, europeas, sudamericanas, gringas, los migrantes trans o travestis. El Albergue es un sitio siempre liminal, de apertura ambigua, permisivo y prejuicioso, como la geografía del Istmo.

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Efecto Rashomon en el Istmo de Tehuantepec. ¿Qué se está contando aquí? ¿Quién es el narrador? ¿Enloquecida coherencia?

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El Albergue Hermanos en el Camino cuenta con 16 mil metros cuadrados, pero todos y todo se concentra en una décima parte de espacio habilitado y construido: Panal.

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7:00 a.m. Alzar la cama, barrer, asearte.

9:00 a.m. Desayuno.

Mientras leñar. Migrantes, voluntarios y personal del Albergue. Todos. Debemos leñar, leñar a diario, con hacha, para el fogón de la cocina.

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Hoy llegaron los heridos y casi moribundos por las picaduras de abejas. Hay muertos en ese tramo del camino por las picaduras de la abeja africana.

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Persigue el sol, la perrera (Migración), la delincuencia organizada que secuestra, la sed, el hambre, la pobreza, el miedo, la xenofobia… las abejas.

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Clase de Derechos humanos… Día 1. Abogado: ¿Cuáles son los derechos del hombre?” Alguien en la clase: Derecho al amor [Risas].” Día 2: “¿Cuáles dijimos que eran los Derechos del hombre?” — “Derecho al amor” [Alguien]. — “Eso es derecho al suicidio” [Otro, distinto del de ayer, replica, risas francas de todos, ríen hasta con los ojos.]

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Día de peluquería: Vienen voluntarias de una estética. No se dieron abasto tres, desde las 9:00 de la mañana, la fila no cejó, aumentaba.

“El domingo volvemos” —dijeron al irse cuando anochecía, se despedían con una sonrisa—. “Tenemos que traer más compañeras o compañeros”. Cumplieron su palabra.

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En el Albergue como en el resto de los sitios que marginan las ciudades… “¿Qué hacemos con la basura, Madrecita?”

[…]

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Una mujer me ve tomando notas:

—¿Y tu esposo te dejó venir?

—No estoy casada. ¿Y el tuyo?

Se va sin responderme.

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“Primero liderazgo social; luego liderazgo político”, dijo el joven abogado de Guanajuato, “Quiero ser diputado”. Está aquí de voluntario. 23 años.

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Maël (20 años, bretón, voluntario) asistió a una ceremonia zapoteca: revisar el himen de la novia. La trova, el bar, el concurso de cervezas, el consumo. Exclama incontenible: “México, de veras es locó”. 

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La verdad. Una verdad. Me quise ir el primer día. Higiene.

[lo escribí no lo voy a eliminar]

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Martha, colombiana, feminización de lugares, masculinización de lugares, su tesis. Universidad de Massachusetts.

Pero ella no come la comida de aquí. ¿Por ser “voluntaria veterana” goza de privilegios de ingresar comida “sana”?

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Juntas de voluntarios. Decisiones, votaciones. Otro remedo de democracia laica que falla y fracasa. 

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Antes de apagar las luces del Albergue y antes de escuchar un pájaro escuchamos ese reguetón que los desgañita.

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Luego el tren pasa puntual a las 3:00 a.m. 

Todas las madrugadas los rieles se calientan.

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Huir y diluirse

He cambiado mi boleto de regreso.

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[…]

En la sala de urgencias alguien agoniza en otra camilla. Alcanzo a ver una camilla más, otro cuerpo, inerte, su suero, no lo rondan familiares. Tengo frío. No sabría decir qué hago aquí. Me trajeron mis compañeras de litera, dos españolas. Albergue… urgencias, salmonella… Es mi cumpleaños, no lo es, soy bisiesta. ¿Por qué estoy aquí? ¿Qué está pasando aquí?

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En un tiempo en ruinas

Tener estómago.

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Chepín 24 años. Otro Chepín, y otro, otro más… todos Chepín ninguno pasa de los 20. Uno llegó de 12 años caminando solo, le festejamos su cumpleaños 18, es refugiado. Lo perseguían pandillas.

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“El cartón donde yo vivo es muy peligroso”. Nació en 1990. Honduras. Ha cruzado 4 veces, tiene seis dependientes económicos. Su mamá, su esposa y cuatro hijos.

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Cindy ha ido y venido por el Albergue varias veces, la doctora le ha diagnosticado esquizofrenia, “a veces se va al DF, allá la han visto”, tal vez ya alcanzó los 18 años, pero al menos desde los 15 “va y viene”. Un día me dijo sobre su mamá y su iglesia para redimir mareros, habló sin detenerse y a detalle, hasta hacerme transpirar y sentir miedo. “Están brujeados”, decía.

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Hubo una brigada para limpiar el lote donde estará la carpintería, la panadería, la repostería y el taller de albañilería. Tal vez más dormitorios… El padre Solalinde cree que tantos migrantes y tantos deportados, sin trabajo, tienen que aprender un oficio, “se van a terminar quedando… y ¡qué medidas se van a tomar aquí!”.

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Es una amarga ironía que otros le den nombre a una revista de inmigrantes intitulada: El Camino. Es más colonización ideológica que bitácora de tránsito. También soy parte. ¿Caminos a dónde? ¿Caminos para quiénes?

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Aún meses después de volver del Albergue tuve sueños vívidos de Vicentita, la repostera, y la historia de su niño adoptado que le mataron en la Sierra. Perdió las ganas de vivir, pero el padre Alejandro le encontró quéhacer y el Albergue, cobijo.

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En lo que va del siglo y en lo que zanje la historia los albergues para migrantes son el sitio de refugio errático y de cambio provisional. Sitio liminal, de ambigüedad, en medio del capitalismo hedónico y global que aprieta el cinturón de una geopolítica itinerante… 

 


 

Camila Krauss. (Boulder, Colorado, 1976). Poeta y editora. Licenciada en Letras Hispánicas por la Universidad Veracruzana. Fue becaria del Instituto Veracruzano para la Cultura, de la Fundación para las Letras Mexicanas y del Fonca. Autora de La consagración de la primavera (2003), El ábaco de acentos (2008), Sótano de sí (2013), En las púas de un teclado (2018) y Embryos (2019). Creció en Xalapa, Veracruz.

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