Estefanía Arista
Te sentarás en el borde
de un abismo diminuto
y siete perras blancas
caminarán detrás de tus tobillos,
seguirán tus pies empañando la loseta.
Estarás borracha,
eso no necesito advertirlo.
Siete veces verás tu intoxicación
desdoblada en el espejo.
Tal vez de niña también creíste
que dolía no ser amada.
Cuando se trata de enamoramiento,
imaginas cosas increíbles:
pero hay que sostener,
también,
la posibilidad
de que las perras son animales
miedosos,
de que los cuervos memoricen tu cara
y te busquen en la oscuridad
como quien juega con la idea
de grafitear una pared,
ponchar la llanta de tu coche,
aventar huevos
en tu ventana.
Sostenerte los brazos
por encima de la cabeza con fuerza.
Hay que asegurarse
de conocer las estrategias del deseo
todo lo que han hablado
en noches en vela
como el cumplimiento
de una profecía:
quizá lo que duele no es estar sola.
Cuando se duerme a una perra
se le inyecta calmante primero,
y tú, cuando las has visto
dormirse,
te preguntas si les duele una jeringa
directo al corazón.
Cómo pueden quedarse quietas,
suspirar, a veces resistirse.
¿A dónde van las perras blancas
después de mirar el abismo
directo a los ojos?
Así como distingues el deseo
de una evocación,
o el olor a grosella
del jugo que te pinta las manos,
así termina la ternura del verano
y lo blanco
del vestido de limones amarillos
después de ponerte de rodillas.
Tal vez lo que duele no es
que no correspondan
en igual medida tu añoranza.
Todas las niñas que fuiste
te miran sentarte al borde de un abismo
diminuto,
soñar el sueño de alguien más:
quizá entonces aprendes los pasos de baile
para la canción que memorizaste
de principio a fin.
El verano se agota,
un húmedo bailar indomesticable
que intenta diluirse,
el jugo de fruta roja
como el miedo de las perras blancas
cuando se quedan solas en la habitación
con la misma duda
sobre el enamoramiento
que nadie les ha podido responder.
De quién es este rostro en el espejo.
De cuál oscuridad te refugiabas
sujetándola de la mano aquel agosto.
Estefanía Arista (Tijuana, 1995) es Licenciada en Escritura Creativa y Literatura por la Universidad del Claustro de Sor Juana. Fue librera, becaria de la Fundación para las Letras Mexicanas y residente de la Fundación Antonio Gala. Actualmente, es editora de la revista Casa del Tiempo de la UAM. También es tallerista y coordina círculos de lectura. Ha publicado dos libros: Hipocampo (Isla Elefante, 2025) y Algo tibio que matar (El toro celeste, 2025).
Comentarios recientes