Con más cercanía de la imaginada

Homero Ontiveros

 

Hay libros que son importantes y otros que además resultan necesarios. Es el caso de La Presencia de la Ausencia (UANL 2018), un ejercicio colectivo realizado por Fuerzas Unidas Por Nuestros Desaparecidos en Nuevo León A. C. (FUNDENL), y en el cual académicos, escritores, artistas y activistas, acompañan a personas que tienen familiares ausentes para construir sus propios relatos. Estos testimonios son una forma de ganarle el paso al olvido a través de la palabra. Sí, de historias que no debieron existir, pero que sirven para recordarnos que este, el de las desapariciones forzadas, es un problema que sigue latente, sucediendo y creciendo en este país. Para el año en el que se lanzó este libro se hablaba de más de sesenta mil personas desaparecidas en México. Siete años después, esta cifra ha aumentado a más de cien mil los y las desaparecidas en el territorio nacional.

Es en voz de las madres, esposas, hermanos o hijos que nos asomamos a las historias de Roy Rivera Hidalgo, Brenda Damaris González Solís, Carlos Alberto Fernández Delgado, Cesar Guadalupe Carmona Alvarado, Ernesto Efraín Vidal Flores, Gino Alberto Campos Dávila, Gloria Karina Oliva Ayala, Irving Javier Mendoza De Alejandro, José Ángel Rivera Silva, Kristian Karim Flores Huerta, Miguel Ángel Galo Rodríguez Romero, Miguel Ángel Hernández González, Nicolás Flores Reséndiz y Osvaldo Arizméndiz Flores. Todas personas que han sido desaparecidas de manera forzada.

Estos testimonios lo que hacen es ponerle nombre, rostro, gustos y pasiones a las personas ausentes, y las humaniza para entender una terrible realidad: que esto nos puede suceder a cualquiera, que no se trata, como siempre dice el discurso oficial, de personas que andaban metidas en “algo raro”. No, son personas que un día salieron a buscar trabajo y no volvieron, personas que fueron secuestradas en su propia casa sin ninguna explicación, personas que transitaban por alguna carretera y no se supo más de ellas. Es decir, personas que en su día a día hacían lo mismo que tú y que yo. Esta es la primera gran sacudida de este libro.

El libro va aún más allá al mostrarnos, aunque sea de manera mínima, cómo es para los familiares vivir con la ausencia de sus seres queridos. Ahí el porqué del título; porque, y aquí encuentro la segunda gran sacudida, la ausencia tiene presencia, se siente en cada uno de los días que pasan, en cada cumpleaños, cada 25 de diciembre, cada inicio de año, cada vez que vuelves a entrar a ese cuarto que se ha quedado intacto, cada vez que escuchas aquella canción que tanto le gustaba a esa persona. Entonces el cuadro se amplía y nos deja ver que no solo se trata de la ausencia sino de cómo es vivir también con ella presente en cada una de las cosas que se hagan, en cada uno de los pensamientos y sentimientos que se tengan.

Entonces este libro se convierte también en un acompañamiento que ya inicia con todos los voluntarios que ayudaron a los familiares a darle forma a través de la palabra a estos testimonios. Desde las primeras páginas ya vamos también nosotros acompañando a todas estas personas que están en la búsqueda constante de sus familiares. Son tan poderosos los relatos que es difícil salir intacto de ellos porque en algún momento se vuelven nuestros y es entonces que entendemos por qué cuando hablamos de desparecidos es importante y necesario entender que se trata de “nuestros desaparecidos”: porque son parte de nuestra sociedad, de nuestro entorno, de nuestro día a día con más cercanía de la imaginada. Eso es lo que logra este libro, acortar las distancias y acompañar no solo la lucha sino a las personas que están en la búsqueda constante. 

Estas historias, estos relatos en algún momento también se convierten en unas muy profundas y dolidas cartas de amor. Un amor que ha sido acuchillado, que ha sido estrangulado; un amor muy lastimado, y que, sin embargo, sigue siendo la llama que incentiva el hacer este tipo de ejercicios buscando cualquier espacio, así sean las páginas blancas de un libro, para escribir en ellas el nombre del familiar desaparecido. Para que, al hojearlas, esos nombres hagan eco en todos nosotros. Para que el mensaje vuele y sepan que sus madres, sus hijas, sus hijos, sus hermanos y muchos mas los están buscando y no pararán hasta encontrarles.

Qué difícil es leer un libro como este, y, sin embargo, es necesario que todos lo hagamos. Este trabajo, es más que un libro. Es un ejercicio para mantener la memoria viva y un recordatorio también de la inoperancia del Estado; de la poca o nula atención de las autoridades y de la indiferencia de una sociedad que se aferra a querer ver de lejos un problema tan grande y en aumento como el de las desapariciones forzadas. Esto que tenemos en nuestras manos en forma de libro, es un acto contra el olvido. Y las palabras que en él se encuentran tienen un mensaje claro: ¡Hasta Encontrarles!

 


 

Homero Ontiveros. Es músico, compositor y productor musical, tecladista del grupo Inspector, con estudios en música por parte del INBA y en Ciencias de la Comunicación por la UANL. Productor y locutor de radio desde hace una década, con participación también en la televisión cultural. Desde el periodismo musical ha colaborado en La Rocka, Letras Explícitas, Lagarto, ABC de Monterrey y Dirige el portal sobre música y cultura La Zona Sucia.

Artículos Relacionados