Minerva Reynosa
- No sé dónde comienza, pero mi bisabuela materna llegó a Monterreyna desde San Luis Potosí huyendo de la pobreza que dejó la Revolución. También sé que mi abuela paterna llegó con sus hermanos desde los Altos de Jalisco y ya con mi papá niño, cruzaron a Texas hasta que los regresaron. Mis papás construyeron su familia. Luego yo me fui, varias veces, y no regresé a Monterreyna. Cuando nació mi hija, mis padres hicieron todas las diligencias insufribles para sacar la visa gringa. Mi papá aún tenía el nerviosismo de enfrentarse a una cultura que lo había rechazado hace más de sesenta años. Había jurado nunca pisar el gringo, pero lo hizo. Así, mi historia, la nuestra, las de tantos en este país, otros países, nos atraviesa la migración, el nomadismo, el desplazamiento, la dispersión, la huída. En los mejores y peores escenarios.
- Quien haya leído la poesía de Omar Pimienta (Tijuana, 1978) sabrá que se centra en experiencias, anécdotas del arraigo y la identidad. Su poesía, urdida por dos polos que se atraen y repelen, nos guía a sus lectores por vetas que nos embelesan. Como turistas despistados, paseamos entre espacios geográficos dispares: Méxica-EUA/TJ-SD; entre dos personalidades protectoras: doña Sara y don Marcos, sus padres. Manifiesta una melancolía dulce y sucia en el complejo transfronterizo. En sus libros La libertad: ciudad de paso, Escribo desde aquí o El álbum de las rejas evoca en filigrana pasajes del universo y memoria familiar en la colonia Libertad, a metros de donde finaliza la matria; marcados por movimientos geográficos, anímicos y de crecimiento personal, en el sentido literal y figurado, a partir de su relación con lo otro, lo de allá, lo que está pasando el borde, la garita, la migra, la línea, el cruce, el muro, el segundo muro, ahora el tercer muro; donde todo lo que no es, es un ilegal:
A don Marcos y a mí nos mandaron a inspección secundaria
yo con mi cabello a corte de casquillo tenía 6 años don Marcos 56
y lo recuerdo como siempre con su gorra azul marino
logotipo de algún barco de guerra o tienda de herramientas
habíamos cruzado la fontera muchas veces
en mi memoria ésta es la primera
me sentaron solo en un cuarto
de don Marcos no supe nada por varias horas
el tiempo se estira y se comprime en la memoria
de esa elasticidad depende este texto
ahora entiendo porque siempre entiendo
mucho tiempo después pero entiendo
las preguntas iniciaron ahí
las advertencias iniciaron ahí
la frontera inició ahí
don´t lie kid he is not your father he can´t be your father who is he?
Esas preguntas, advertencias inciertas, como la frontera, detonan en poemas anecdóticos que por personales, particulares y sencillos, son luminosos. Omar Pimienta escribe en un territorio marcado pero abierto, en un tránsito espacial y de enunciación que está en constante pugna. Con una forma de ver adentro, durante el viaje interior que inicia del desarraigo y de la adaptación en una nueva tierra libre y sobreana, la colonia Libertad o las colinas terrosas de Tijuana. Muestra que el desplazamiento geográfico entre ambos lados de la línea se adereza con aproximidad espiritual y lingüística, atendiendo a la condición de sujeto paradójico en un espacio elástico de resistencia:
Güi meid güindo rac for yu
ay no güindo rac lucs a bit big
bat ay achur yu dat is sequiur firme estrong
if yu don laik-i wi teik-i bac
meik-i esmol bring-i fast tu or tri deis
instol-i sequiur firme strong
güi work
yu pei as
gü go bac
ol japy señor
Poemas fronterizos, poemas mexas, poemas con la doble nacionalidad, poemas con tarjeta de permanent residence o mejor, poemas con pasaporte de ciudadanía libre. Muchas son las capas e imaginarios que destellan en el lenguaje natural de la familiaridad que, como herramienta, le sirve no solo para vivir sino sobrevivir y camuflarse. La escritura de Omar Pimienta parte de una geografía ambiguamente flexible, se puede localizar en el mapa, como el sujeto poético lo manifiesta; escribiendo desde aquí, en su ahí abierto. Y el contexto que lo asoma, afirma que la frontera es una cosa rota: una herida abierta, un brote fortuito, un lugar irreal, un lugar imaginado y también, un lugar de rejas mítico.
entramos a sus salones
clases de historia universal
de salud de estudios chicanos
camuflados en el silencio de los asientos traseros
escarbamos nadamos volamos metimos carros en fila
uno tras otro hasta los pistones de coca de libros de gente de fruta
en sus talleres soldamos barcos arreglamos sus motores
ensamblamos sus turbinas
con su sistema métrico su ingeniería
día a día avanzábamos lento salíamos con el sol
regresábamos a dormir en fin de semana o en días feriados
se veían las luces de Tijuana tras la cuesta de la Palm por el 805 o por el 5 en retirada una fila interminable una ciudad que espera a los que regresan victoriosos muchos otros nos perdíamos en batalla
al final de la primera década del siglo regresaron por miles los héroes vencidos con las cintas de sus botas en la mano una bolsa plástica con pertenencias hablando un lenguaje lleno de claves
deportados
refugiados
repatriados marcados de la piel y la memoria
así habían llegado ya miles
así llegó don Marcos
cien años antes cincuenta veinticinco
nos concentramos en las faldas del río
en la zona de tregua en el límite del reino a comer sandía
ver fijamente a las cámaras
reorganizar la invasión paulatina
de dos ciudades que ya no
nos reconocían.
- En 2012, la poeta mexicana Dolores Dorantes (Veracruz, 1970) fue amenazada de muerte en Ciudad Juárez, Chihuahua, por circunstancias de su labor social y periodística. La experiencia de estar conviviendo y sobreviviendo a la violencia, la orillaron a pedir asilo político en Estados Unidos. En libros como Querida fábrica, Estilo y su bitácora electrónica, encontramos textos que refieren a la depredación del estado nación y del estado paralelo, puesta en marcha en la administración de Felipe Calderón. El trabajo escritural de Dorantes documenta la experiencia colectiva del terror, donde las mujeres y sus cuerpos son parte de la lucha del poder:
“14.-Danos una botella y acabaremos con tu mundo. Préndenos y el fuego correrá como plaga. Llegamos hasta tu oficina. Hasta tu máquina. Llegamos hasta tu silla de maestro. Hasta ese mundo que ya no es el mundo. Donde nada se toca y nos besamos. Unimos nuestros labios de niñas mojadas con algún combustible. Danos un bosque. Danos la presidencia.”
Las circunstancias de su salida, hacen que su escritura sea percibida entre las inmediaciones del deseo de quedarse y el deber irse. Una especie de poética anfibia donde los textos exponen la experiencia del desdoblamiento por vivir dos vidas y respirar en dos espacios a la vez:
Febrero 27, 2012
Estuve en el concierto de Frank Fierfield en un jardín de azotea angelina. Pasé parte de la noche con tres queridos amigos. Mientras cerraba la puerta de esa especie de sepulcro en el que vivo, pensé que -definitivamente- soy muy afortunada. Sin embargo, no dejo de tener esta sensación de vivir en 2 realidades. Una, casi imperceptible, donde los cuerpos están levantando el polvo y la población es manipulada desde sus más escondidos deseos de «destacar», en un lugar donde lo único que pasa es el exterminio (y el circo de las autoridades que pretenden ocultarlo), y otra donde me resulta difícil disfrutar el placer más pequeño.
- La novela de autoficción Por qué hacen tanto ruido de la poeta peruana Carmen Ollé (Lima, 1947) es el testimonio de Sara y su relación con Ignacio, su cónyugue (reflejo de la propia relación de la poeta con su pareja, el poeta, Enrique Verástegui) donde revela los problemas de pareja, clase, violencia económica, discriminación y racismo. Sara, durante toda la narración, se cuestiona constantemente su vocación como escritora y dedicación literaria, mientras la agobian los delirios de persecusión de su cónyuge esquizofrénico, la inestabilidad laboral, la manutención, la competencia profesional con Ignacio. Se culpa a sí misma por no cumplir con el rol de madre, esposa, poeta, hija, cuidadora. Su familia la acusa de holgazana, los vecino de ser una blanca sucia (Ignacio es una mezcla de africano con asiático) y el psicólogo de él, le insiste que lo trate con docilidad, desligándose de sí misma:
Mis parientes discutían en voz baja y me convertían en un campo de batalla. Los versos de Ignacio eran elásticos y largos, verdaderas ondas de despiadada belleza, porque su espíritu intuía la violencia, prevaricaba el fascismo. Mis parientes repetían en voz baja, lo suficiente como para que se escuchara claramente, que era perezoso. Sus versos me dolían indefensos y sin coraza, porque no lograban acallar ese maligno susurro. Permanecía inmóvil oyendo a los parientes cerrar todas las puertas de la casa, prohibiendo usar los vasos de cristal, entrar a la sala. Mi amiga Mariella llamó por teléfono. Ignacio la insultó entre alaridos contra el fascismo. Días después, ante el doctor, explicó así su conducta: “Era solo una gracia, doctor, solo una gracia”. Había reaccionado de ese modo porque estaba confinado en su habitación ya que los parientes lo perseguían, y también por el tratamiento y las pastillas que atentaban contra su virilidad. Nuestros cuerpos esperarían, pero para él no era suficiente.
Sara se queja porque sus circunstancias son un ruido estridente y perpetuo que la hace interiorizar la violencia social, que trastorna su vida cotidiana. Escribe desde un espacio social desplazado, Lima, París o Berlín, de todos modos no encuentra energía para seguir adelante:
El verso me impride ser libre, es una especie de camisa de fuerza.
Estoy ahora de pie ante la ventana diciendo esto: la poesía se vive. Pero no puedo vivirla.
¿Dónde stá la poesía?
¿Cuál es la causa por la que no he podido escribir un poema en cinco años, doctor?
He pensado que mi destino me ha sido impuesto. Nunca imaginé que fuera fatalista. Pero este es el peor año de mi vida, nada maravilloso me sucede. Tal vez si todavía estuviera en Berlín limpiando casas…, pero no, nada es tan inseguro como el sueldo que recibo. Limpiando casas llegué a tener hongos en las manos. Sin embargo, no es igual que ahora, que después de una huelga no recibiré ningún centavo. Entonces, ya no puedo dormir sino entrada la noche y ya nada es igual entre él y yo. Lo miro y pienso que la literatura no nos dará de comer. La verdadera belleza es una amenaza.
Limpiar casas era preferible. Entonces, escribir y limpiar eran una misma cosa, oficios paralelos que se apoyaban mutuamente.
Por qué hacen tanto ruido es un libro que se encuentra en la medianía de dos géneros: la novela y la poesía. Y como tal, es testimonio de la lucha de una mujer madura que a la sombra de su esposo, quiere escribir, pero le sale espuma, como el verso de Vallejo. Sara o Carmen Ollé escribe desde un cuerpo femenino que va envejeciendo y se aleja de la precepto social, como también manifiesta en el primer poema de Noches de adrenalina:
Tener 30 años no cambia nada salvo aproximarse al ataque
cardiaco o al vaciado uterino. Dolencias al margen
nuestros intestinos fluyen y cambian del ser a la nada.
He vuelto a despertar en Lima, a ser una mujer que va
Midiendo su talle en las vitrinas como muchas preocupada
Por el vaivén de su culo transparente.
Lima es una ciudad como yo una utopía de mujer.
Son millas las que me separan de Lima reducidas a sólo
24 horas de avión como una vida se reduce a una sola
crema o a una sola visión del paraíso.
¿Por qué describo este placer agrio al amanecer?
Tengo 30 años (la edad del stress).
Mi vagina se llena de hongos como consecuencia del
Primer parto.
Este verano se repleta de espaldas tostadas en el
Mediterráneo.
El color del mar es tan verde como mi lírica
verde de bella subdesarrollada.
El espacio donde escribe se contrapone constantemente entre la temporalidad donde se ubica el texto y un pasado continuo que recuerda los viajes. Así, en esta perspectiva de viajera, persiste el deseo de irse, de huir de ese bullicio que no la deja tranquila:
Escribo mientras Ignacio duerme. Tomo cerveza y tiemblo ante la idea de que lo vaya a leer. Temo que se desencadene otra pelea. Sin embargo, algo me impulsa a seguir, asfixiada como estoy, sumida en extrañas ideas de hacer un viaje. Mi habitación me parece una caverna sin aire. El barrio: un insolente conjunto de techos impasibles. Bebo la cerveza como si ella me permitiera viajar. Estoy muy lejos, en una aldea bávara. También allá, en medio de bosques y caminitos silvestres, en plena selva bávara, ahí donde alguna vez dejé de ser virgen, empiezo a oír los ataques de los alemanes, que no pueden considerarme una muchacha normal.
- Sinceramente, no me lo había preguntado. ¿Desde dónde escribo? Me fui de Monterreyna hace ya 17 años. He viajado, he vivido aquí y afuera. Tuve y sigo teniendo desafíos culturales y lingüísticos. Soy norteña, me siento incomprendida en el Bajío y siempre debo de hacer la nota de traducción de mi jerga regiomontana. Mi escritura está muy afectada por mis desplazamientos, pero también por las marcas anímicas de los mismos. Ahora, el lugar de mi escritura creo, es la dispersión. Desde hace años no siento arraigo, no tengo apego a los objetos que me rodean, mis relaciones personales se anclan en las dos personas con las que vivo y un par de amigues. Pero tengo imaginación y una computadora con internet. Las anteriores escrituras, con sus particularidades tienen una geografía que rasga las tripas, expone a lo físico. La maleabilidad de la carne o del cuerpo que hace sangre y carne como decía Valéry; encuentra un lugar fijo y asegurado en la página. Las entiendo como escrituras voladoras, un puñado de pájaros como el verso de Dorantes, el olor de tacos de asada y papas fritas de la garita de San Ysidro. En mi caso, escribo desde la indecisión y la esperanza.
- Regreso a Omar Pimienta y Dolores Dorantes. Escribir también es una forma de resistencia al habitar espacios destinados al fracaso y al olvido. La declaración de Pimienta “escribo desde aquí” o Dorantes, suspendida en dos lugares, dos respiraciones, dos momentos; se relaciona con el trabajo de escritura extendido de ambos. Pimienta con su proyecto global Welcome to Colonia Libertad, donde tiene la escultura Lady Libertad V2 & Lady Libertad Inflable, que irrumpe el espacio público para su contemplación y reflexión a propósito de la inmovilidad de los monumentos, la libertad; como metáfora e ironía del inicio y fin de Tijuana. Así como la acción artística Consulado Móvil para la expedición de un pasaporte de ciudadanía libre donde Pimienta abre la reflexión sobre la identidad y la rebeldía social. Dorantes al mismo tiempo, en este proceso de escritura, la ha propiciado a partir de proyectos como Hoja Frugal, Cuadernos de Labo B, Cielo portátil (por una educación libre), el bazar que tenía en Juárez, talleres de escritura y el proyecto colectivo Mujer Migrante. Este último, un proyecto de promoción y apropiación de la escritura entre las mujeres migrantes para mejorar su estado emocional. Así que sí, escribir es político, una actitud, una cuestión de sobrevivencia, una actividad colectiva, comunitaria, una utopía para ser libres. Porque para imaginar y escribir no necesitamos pasaporte.
Minerva Reynosa. (Monterrey, México; 1979). Poeta y gestora cultural. Ha publicado los libros de poesía: Una infanta necia (2003), Emötoma (2007, Premio Carmen Alardín 2006), La íntima de las cosas (2007), Atardecer en los suburbios (2011), Fotogramas de mi corazón conceptual absolutamente ciego (2012), Mammut (app de videojuego, 2015), la traducción de Photograms of my conceptual heart absolutely blind, realizada por Stalina Villarreal (2016), Mammut & Jinba-Ittai (2019), Larga oda a la salvación de Osvaldo en co-autoría con Sergio Ernesto Ríos (2019), iremos que te pienso entre las filas y el olfato pobre de un paisaje con borrachos o ahorcados (2020) y Lo mejor que damos. Antología personal (2022). Su obra ha sido traducida al alemán, inglés, sueco, ruso y francés. Se ha presentado en congresos académicos y festivales de literatura en México, Cuba, Colombia, EUA, España, Francia, Alemania, Marruecos, Suecia, Rusia y Finlandia. Premio Regional Carmen Alardín 2006 y Premio Nacional de Poesía Clemencia Isaura 2020. Actualmente colabora con Benjamín Moreno en el proyecto de experimentación textual, visual y tecnológico Benerva! Es docente online, consultora de literatura, gestora de distintos proyectos de sensibilización de la poesía y pertenece al Sistema Nacional de Creadores de Arte.