Contra natura

Ghada Martínez

 

Según la Real Academia Española: 

 

Desear

De deseo.

  1. tr. Aspirar con vehemencia al conocimiento, posesión o disfrute de algo.
  2. tr. Anhelar que acontezca o deje de acontecer algún suceso. 
  3. tr. Sentir apetencia sexual hacia alguien.

 

Lo primero que hacemos al nacer es aspirar, abrir la boca y pedir aire, más aire, todo el aire. Somos concebidos del deseo de dos cuerpos y también nacemos aspirando, deseando, necesitando. Nacemos desesperados entre lágrimas, entrañas expuestas, dolor insoportable, y no estamos vivos hasta que no aspiramos, hasta que no lloramos a gritos. Hasta que no deseamos aire y, después, calor, contacto, un estómago lleno, comodidad, sueño, la vida. 

 

Aspirar

Del latín aspirare.

  1. Atraer el aire exterior a los pulmones

Sinónimos: inspirar, inhalar, respirar, succionar, absorber, atraer.

 

Aspirar, inhalar. Respirar es desear y absorber, también atraer o succionar. Absorbemos el cuerpo que nos crea y gesta, sus nutrientes, sus latidos. Después succionamos lo que necesitamos de su seno cálido y reconfortante. Toda la vida atraemos hacia nosotros lo que deseamos y, al crecer, nos enseñan que es diferente de lo que necesitamos. Pero al principio, antes de la memoria, las palabras o el discernimiento solo existe el deseo, nuestro instinto rey, lo que nos mantiene vivos, lo que somos y hemos sido siempre. 

 

Deseo

Del latín vulgar desidium ‘deseo erótico’, y este del latín desidia ‘indolencia, pereza’, por la antigua creencia de que la ociosidad incentiva la lujuria. 

  1. Movimiento afectivo hacia algo que se apetece.

Sinónimos: ansia, anhelo, pasión.

Y a pesar de esto:

 

Ansia

Del latín tardío anxia, de la raíz de angere ‘estrechar’, ‘ahogar’.

  1. Congoja o fatiga que causa en el cuerpo inquietud o agitación violenta.
  2. Angustia o aflicción del ánimo.
  3. Náusea.
  4. Anhelo.

Sinónimos: angustia, ansiedad, intranquilidad, desasosiego.

 

Pasión

Del latín passio, –onis, y pathos

  1. Acción de padecer.

Sinónimos: padecimiento, sufrimiento.

 

El deseo se sufre. Luego más luego menos, pero siempre es ansia: optimista, nauseabunda, seductora, angustiante, excitante, enfermiza o todo a la vez, pero nunca tranquilidad o sosiego. Duele anhelar sin satisfacer; a pesar del sapiens, de pretendernos racionales. Es cruel que padezcamos lo que somos y vivir en una realidad indiferente a lo que desea una o no. Pizarnik tenía razón: no porque nos mostremos furiosas existe el mar, ni tampoco el mundo. 

 

Siglos y siglos de ideologías, religiones, sistemas y leyes hacen lo posible por controlar, paliar o deshacerse del deseo. El verdadero contra natura. Aunque a veces se necesita porque el deseo es también caníbal y atroz. 

 

¿Y qué hacer con él?

Aunque se satisfaga es interminable, pero sin él no somos: una tragedia cotidiana que compensamos con todos nuestros sentidos y de mil maneras.

 

¿Yo? También aspiro. A veces profundamente, a veces en medio del pánico y otras en intervalos. 

 

Estar en otro lugar

Congelar instantes

Detener el reloj

Que no haya espejos

Atravesar paredes

Ser menos pequeña

No tener lagunas oscuras

ni tumbas sobre el pecho

Besos más largos

Ser necesaria

Días menos ásperos

Ir al fondo del mar

Volver a casa 

Olvidar 

Aceptar

 

Imposibilidades

 

Ninguna flor crece ni crecerá del milagro, dijo Pizarnik, y algunos deseos son, como escribió Mónica Ojeda, semillas de árbol en la luna, semillas destinadas a la sed.

 


 

Ghada Martínez. Estudió Escritura Creativa y Literatura en la Universidad del Claustro de Sor Juana. En 2021, su libro de cuentos, Sapos en la lluvia, fue publicado por el Fondo de Cultura Económica y el Fondo Editorial Tierra Adentro. En 2018 participó en el programa de Escritura Elipsis organizado por el British Council y en 2019 formó parte del Women’s Creative Mentorship Project de la Universidad de Iowa. Ha publicado para revistas como Este País Sin Embargo.

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