viernes, abril 26, 2024
    Literatura de maternidades: una genealogía que flota en el tiempo

    María Antonieta Mendívil

     

    Escribir sobre la situación actual de la literatura de maternidades es romper de inmediato con la línea de tiempo. Muchos de los libros que apenas se están traduciendo al castellano fueron escritos en los años cincuenta, sesenta, setenta. Así podemos recibir como una novedad la obra de teatro La infanticida de Caterina Albert/Víctor Català, que fue publicada en 1898, y que en 2021 fue traducidapor el Club Editor bajo la antología La púa de rastrillo; o Cartas a la hija de Madame de Sévigné, escritas entre 1626 y 1696 y publicadas en 2007 por El Aleph.

    Lo mismo sucede con escritoras como Jane Lazarre, Margaret Atwood, Tillie Olsen, Joan Didion, Natalia Ginzburg, Vivian Gornick, Rivka Galchen, Lydia Davis, Sylvia Plath, Ursula K. Le Guin y tantas otras más; lista que seguirá creciendo, seguramente, en el lapso entre que escribo esto y se publica. Muchos fragmentos de estos textos escritos por ellas entre 1970 y 2000 pueden encontrarse en la antología Maternidad y creación, compilada por Moyra Davey en 2001, y que la editorial Alba publicó en 2020.

    Jazmina Barrera en Línea Nigra refiere: “Busco lecturas para el embarazo como si fueran guías de viaje. Libros de consejos, de psicoanálisis, novelas, poemas o ensayos de embarazadas. Me cuesta trabajo encontrar literatura”. Su libro se publicó en 2020. Y aunque antes de esa línea temporal los libros sobre maternidades escaseaban, no estaban del todo ausentes y hoy se recuperan, reeditan y releen.

    Podría ser el caso de Tiempo de espera de Carme Riera (escrito entre 1986 y 1987, y publicado en 1998 por Lumen); El orden simbólico de la madre de Luisa Muraro (Horas y Horas, 1994), o la antología Madres e hijas de Laura Freixas, que retoma textos de Carmen Laforet, Carmen Martín Gaite, Ana María Matute, Esther Tusquets, Cristina Peri Rossi, Ana María Moix, Almudena Grandes y Soledad Puértolas (Anagrama, 1996).

    En el prólogo de Maternidad y creación, Moyra Davey menciona que “los textos seleccionados se comentan o interpelan entre ellos, en citas, en notas a pie o mediante homenajes directos. Mientras armaba esta recopilación, un texto me llevaba a otro, como a la caza de un tesoro, y las pistas me las servían las propias citas o la propia bibliografía. Y con la misma frecuencia los textos me remitían a otros anteriores”.

    Esto está sucediendo con la edición, traducción, lectura, crítica, antologación de textos sobre maternidades. Hablar de actualidad es entonces la mirada con que, desde el presente, revisitamos estos libros que habían quedado invisibilizados por el canon; poco distribuidos; no traducidos; no valorados en su momento; porque la maternidad no se antojaba el tema con la complejidad y pertinencia con que ahora se nos muestra. La tradición y actualidad dialogan hoy con una mirada suspendida en el tiempo, ahí donde han flotado estas escrituras que no habían sido tomadas en serio.

    Actualmente, las maternidades se nos revelan atravesadas por lo personal y lo político, como un campo de violencias, discriminación; una reflexión profunda sobre los cuidados, las asimetrías; las maternidades elegidas y las descartadas; las imposibles; las disidentes; las impuestas; las negadas; las discriminadas; las violentadas; las sobrecargadas; las borradas. No. No es un tema rosa, ni cursi, ni burgués, ni ajeno a los feminismos y a las discusiones políticas que hoy nos incumben.

    En México, este país en el que el papel de la madre ha sido entronizado con toda su idealización y mandatos patriarcales, el tema podría ser fecundo para su escritura y reflexión.

    Se están traduciendo libros de esta tradición, como Pequeñas labores de Rivka Galchen (traducido por Jazmina Barrera y Alejandro Zambra, y publicado por Antílope en 2018) o Un útero es del tamaño de un puño de Angélica Freitas (traducción de Paula Abramo y publicado por Kriller71 Ediciones en 2016). Se están escribiendo ensayos novelados, como Línea nigra de Jazmina Barrera (2020) o In vitro de Isabel Zapata (2021), ambas editadas por Almadía; novelas potentes como Casas vacías de Brenda Navarro (Sexto Piso, 2019) y La hija única (Anagrama, 2020); antologías de ensayos como Mucha madre (editado por Andrea Fuentes y publicado por Almadía en 2021) o Maneras de escribir y ser / no ser madre (editado por Lola Horner y Ave Barrera, publicado por Paraíso Perdido en 2021). También poemarios como Lengua materna de Yelitza Ruiz, desde la perspectiva de la hija (Universidad Nacional Autónoma de México, 2020) o el diario “Mientras las niñas duermen”, de Daniela Rea (en Tsunami, editado por Gabriela Jáuregui y publicado por Sexto Piso en 2019), o la colección de textos A muchas voces derivado del taller Pequeñas Labores / Escrituras de la maternidad impartido por Isabel Zapata (editado en versión electrónica por ella misma y por Mara Rahab de Traspatio en 2021).

    A la exploración misma sobre maternidad, con todas las complejidades que la atraviesan, existen otros correlatos, como los cuidados, el canon literario que expulsa a mujeres y a la literatura sobre maternidades, la dificultad de la escritura en autoras madres que asumen también labores para el sustento económico y de cuidados. Y esto genera toda una discusión política, feminista, revolucionaria paralela, pero intrínsecamente ligada a estas escrituras.

    En Maternidad y creación, la antologadora reflexiona: “Se oye decir una y otra vez que este tipo de literatura escasea porque las madres no tienen tiempo de registrar su experiencia”. 

    Si en algo se puede definir qué escrituras sobre maternidades se están escribiendo actualmente, traduciendo, retomando y revisitando sería precisamente esto: la literatura de madres desde el yo. Son las madres quienes dan el testimonio, quienes desnudan sus miedos, soledades, frustraciones, rabias, arrepentimientos. Son ellas quienes cuestionan los esencialismos identitarios para sostener que no hay instintos maternos; que conectar amorosamente con las criaturas lleva un tiempo; que a menudo se sienten violentadas por las exigencias de los seres que han traído al mundo; que el impulso por lastimar a los seres que han engendrado como una especie de revancha  o venganza está acechante en el día a día; que constantemente luchan por ser ellas mismas al margen del proyecto materno; que las maternidades sacrificadas, entregadas a costa de la salud e identidad propias deben ser abolidas, y para ello la escritura se tiende como una voz resonante, discrepante, subversiva.

    Detrás de la frase, con cierto dejo de subestimación y displicencia, “la literatura de maternidades está de moda”, hay lectoras y lectores como tú y como yo que devoramos con avidez estas escrituras, porque a través de ellas nos sentimos narradas, visibilizadas, representadas. El “mercado” es una palabra muy hostil para darle nombre, rostro y motivaciones a las lectoras que están leyendo con fervor estas propuestas editoriales.

    Más que un tema que está de moda, como muchos y muchas se preguntan (desde editores hasta lectores), es un tema pertinente y que está muy lejos de agotarse, diría yo.

     


     

    María Antonieta Mendívil. Sonorense radicada en Tlalpan. En poesía ha publicado Cuenta Regresiva (Instituto Sonorense de Cultura, 1992) y Llama (Libros del Umbral, 2008); en novela, Otros Tiempos (Equilibrio Editores, 1999), Duelo de noche (Almuzara, 2006) y A ras de vuelo (Tusquets Editores), la cual fue elegida como una de las 10 mejores novelas del año 2011.
    Es autora de la radionovela La espera de Ofelia, producida por el Instituto Mexicano de la Radio (IMER) para motivar a la alfabetización. Fue columnista en la Revista Este País y actualmente su columna Intemperies se publica en Pie de Página. Integrante fundadora de A Muchas Voces, colectiva de mujeres que escriben, leen y maternan.

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