martes, octubre 15, 2024
    Siempre serás kiowa

    Minerva Reynosa

     

    Me da muchísima risa, pero sí, soy kiowa. Fui a la Escuela Preparatoria No. 15 Unidad Madero de la Universidad Autónoma de Nuevo León (UANL) a mediados de los años 90. A huevo, orgullosamente universitaria. No recuerdo mucho de lo que pasó en las aulas, pero sí lo que sucedía en la calle. Había una total pulsión de festejo. Por todos lados nos machacaban con el eslogan de Monterrey 400 y la imagen de Diego de Montemayor. Murales, canciones, colores, discursos y exacerbación de la identidad regiomontana. ¡Qué lindo! Como dice la canción: Mi patria chica que es una maravilla / Cuando la pinta la luz del astro rey / Satisfecho de ser regiomontano / Con toda mi alma le canto a Nuevo León / Mi hermoso suelo que es libre y soberano / Que yo bendigo con todo el corazón. Etcétera. 

     

    Era una entusiasta preparatoriana que vestía la misma ropa una semana y no usaba calzones. Mis primeras y torpes conjeturas intelectuales se tradujeron en una serie de acciones disidentes: no maquillarme, no rasurarme los pelos, no peinarme y por supuesto, siempre acatar las reglas de mi amá. La prepa pasó sin pena ni gloria, básicamente. Luego, a finales de esa misma década, decidí enrolarme en  la carrera de Letras Españolas en la Facultad de Filosofía y Letras también de la UANL. Qué puedo decir o contar de mis años de universitaria. No tanto, pero sí mucho. Cuando fui otra vez orgullosamente universitaria: alere flammam veritatis, que alumbre la flama de la verdad, tuve un cambio radical. 

     

    Conocí gente hermosa y detestable de todos lados de la ciudad, de la república y el mundo; con variadas realidades, distintas perspectivas y, por fortuna, distintas sensibilidades. Acceder a la universidad no solo me otorgó los conocimientos y la experiencia para ejercer el oficio de la literatura. Sino que me otorgó una profunda dimensión del problema del acceso a la educación y del porqué es necesario seguir exigiendo enseñanza pública. Por fortuna, haber cursado la currícula universitaria me dio un panorama más o menos amplio del mundo habitable al mundo deseable. Me dio experiencias y duros golpes de realidad. 

     

    A últimas fechas me ha caído un gran veinte. Yo no compartí con mi mamá sus logros profesionales o de juventud. Ella no pudo acceder a la educación formal. Aún así, se me dio la oportunidad de confrontarla y confrontar a todos durante 24 horas del día, en una lucha interna por ser autónoma, mujer y universitaria; con la puntualidad vital que eso significaba. En resumen, mis años de universidad se trataron de cómo fui construyendo mi fuero, dentro y fuera de mi familia. Recuerdo un par de compañeras de clase, quienes escuchaban aburridísimas mis quejas por las peleas con mi amá. Tenían esta actitud desdeñosa y burlona. Claro, hasta ahora lo aterrizo. Sus mamás no eran como mi amá, eran más jóvenes, con más privilegios, con otros traumas, con otras imposiciones. Eso me hubiese gustado haber resuelto en aquellos años. Y obvio, la poesía, que la conocí en la uni y me cambió la perra vida. 

     

    Sé que la universidad puede no ser para todos, pero es la época donde podemos ser tanto los más necios, como los más luminosos o los más virtuosos. Fue para mí el momento cúspide para equivocarme, contradecirme, desviarme, desorientarme. Al final no hay final, sigo equivocándome, desorientada, contradictoria pero siempre chispeante. Sí, a huevo, que alumbre la flama de la verdad. Siempre seré kiowa.

     

     


     

     

    Minerva Reynosa. (Monterrey, México; 1979). Poeta y gestora cultural. Ha publicado los libros de poesía: Una infanta necia (2003), Emötoma (2007, Premio Carmen Alardín 2006), La íntima de las cosas (2007), Atardecer en los suburbios (2011), Fotogramas de mi corazón conceptual absolutamente ciego (2012), Mammut (app de videojuego, 2015), la traducción de Photograms of my conceptual heart absolutely blind, realizada por Stalina Villarreal (2016), Mammut & Jinba-Ittai (2019), Larga oda a la salvación de Osvaldo en co-autoría con Sergio Ernesto Ríos (2019), iremos que te pienso entre las filas y el olfato pobre de un paisaje con borrachos o ahorcados (2020) y Lo mejor que damos. Antología personal (2022). Su obra ha sido traducida al alemán, inglés, sueco, ruso y francés. Se ha presentado en congresos académicos y festivales de literatura en México, Cuba, Colombia, EUA, España, Francia, Alemania, Marruecos, Suecia, Rusia y Finlandia. Premio Regional Carmen Alardín 2006 y Premio Nacional de Poesía Clemencia Isaura 2020. Actualmente colabora con Benjamín Moreno en el proyecto de experimentación textual, visual y tecnológico Benerva! Es docente online, consultora de literatura, gestora de distintos proyectos de sensibilización de la poesía y pertenece al Sistema Nacional de Creadores de Arte.

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