sábado, septiembre 21, 2024
    Fragmento de <i>Rumbo al exilio final</i>

    Bárbara Jacobs

     

    Extiendo el desconcierto y la inestabilidad que me causa mi falta de certeza absoluta en las cuatro y en cada una de las cuatro lenguas que impregnaron mi infancia y juventud al desconcierto y la inestabilidad que me causa mi falta de certeza absoluta de tener ninguna en particular de las tres nacionalidades que, como hecho real y documentable. conforman mi identidad, pues, a pesar de que soy igualmente mexicana, estadounidense y libanesa, no me siento ciudadana de ninguna de estas tres nacionalidades mías en particular y, en cambio, me siento ciudadana de las tres por igual, y al mismo tiempo rechazada por las tres y por cada una de las tres, también por igual. 

    Por todo lo cual lo más natural es que cada vez me sienta más enteramente y únicamente ciudadana de la literatura. Y por todo esto que expongo de las lenguas y las nacionalidades que me conforman de manera desconcertante y tortuosa, lo más natural es que en donde me siento más profundamente a gusto sea en la literatura. 

    Supongo que para haber alcanzado esta adaptación tan armoniosa en mi existencia, mi propia naturaleza ha puesto su parte. Aunque cada vez soy más capaz de socializar, en el fondo a lo que más tiendo de forma natural, sin proponérmelo, sin esforzarme, es a la introspección, al ensimismamiento, al aislamiento, a la soledad. Si leer y escribir no se consideran actividades, soy más pasiva que activa, lo que parece constituir el paradójico requisito conjunto precisamente para una dedicación completa a la lectura y la escritura.

    Heredé de Papá y de mi abuela paterna estas propensiones. Y debo a mi abuelo materno, y la especie de secuestro que hizo de su familia y las familias de su familia, al haberlas, al habernos, contenido en el cerco familiar, el hecho de que no necesitara salir del cerco a conocer a la gente y sus particularidades, pues dentro del cerco, en el corazón de la familia cercada. conocí todas las particularidades que se pueden conocer de los demás y hasta las que no son tan accesiblemente conocibles en los demás. Mi familia cercada reflejó para mí a toda la sociedad, a todas las sociedades. Además, me tocó ser la depositaria de todas las particularidades, ya fuera porque desde siempre tendí más a observar que a participar, o ya fuera porque todos intuyeron o supusieron o necesitaron que de forma natural fuera yo quien tendiera a acumular su vida, es decir, la vida de todos, en particularidades y archivarla, por decirlo así, convertida en literatura. Lo cierto es que mi familia, entera, v absolutamente todos los amigos que en un momento dado entraron al cerco, así como absolutamente toda la gente que en un momento dado trabajó en el cerco para la familia formaron mi acervo de particularidades humanas, un acervo inagotable. El tiempo me ha ido encaminando a ver lo mismo de siempre pero con el paso del tiempo siempre de otro modo. 

    Unos en un tiempo, otros en otro, de una manera o de otra todos fuimos saliendo del cerco, liberándonos del secuestro como pudimos y hasta donde pudimos, y todos, cada quien a su manera, nos fuimos encontrando con el mundo y con la vida extramuros. La primera generación, la fundadora del cerco, la secuestradora, ha muerto. De la segunda, quedan dos viudas, tías políticas mías. De la tercera, la mía, de diecisiete nietos que fuimos y que convivimos cercados, entre hermanos y primos, quedamos trece, la mayoría, pero una mayoría diezmada. En todo caso, los que quedamos, quedamos condenados a extrañar a los que han muerto, a seguir los necesitando, a seguirlos buscando como si siguieran vivos. 

    Yo no me he resignado a haberlos perdido.

     

     

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