Editorial: marzo 2024

Invitamos a escritoras y escritores y también a personas becarias del Centro de Creación Literaria Universitaria a hacer una serie de textos en torno al verbo reverdecer. En primavera, vuelven las tonalidades verdes a nuestra mirada, hay expectativas y la vida parece vigorizarse.

Estefanía Arista, en sus poemas, voltea hacia el pasado en el que había esperanza: «(Pero ella te regaló / alguna vez una hortensia / y tú no quieres rendirte / ante ese milisegundo de pena)».

En el ensayo de Carlos Lejaim Gómez, nos debatimos entre memoria y porvenir: «Además el canalón es nuestro paisaje, es lo que para nuestro corazón significa río aunque hayamos visitado tantos otros».

Paulina Villalpando atestigua cómo la naturaleza y el linaje luchan por prevalecer: «ve más allá del patio gris / allá donde el sol besa la tierra».

Daniel Salinas Basave indaga en el sentido, literal y metafórico, de reverdecer: «Nada nuevo bajo el sol. Después de todo, la machacadísima obsesión de Fausto, Dorian Gray, Melmoth o la condesa Bathory nos toma por asalto una y otra vez. No nos resignamos a caducar y nos aferramos a ser un árbol o una colina que cada primavera se vuelve a cubrir de verde».

Alan Valdez explora en su interior para darnos imágenes filosóficas sobre el paso del tiempo: «Me acordé de mí en nuestra casa una vez más. Pensé si mis plantas tendrían un nuevo brote. En si ese brote hablaría de la vida no cumplida adentro de nuestra carne que, por algún tiempo, brevísimo, fue compartida».

Ghada Martínez ahonda en el duelo por una madre muerta y su herencia: «Dejarme su jardín fue su último acto de amor. Sé que sabía de mis depresiones, manías y ganas de no estar. Por qué estás tan atormentada, me preguntó una vez y no supe qué contestar. Sabía que necesito un motivo para seguir y me lo dio».

Felipe Saavedra escribe sobre un espectro cromático: «La visión de distintos tonos de un color sobre las formas varía entre individuos. Incluso entre los de la misma especie. Es decir que mi azul no es tu azul, aunque miremos la misma ave o el mismo cielo».

Donnovan Yerena hace una aproximación lúdica a estas tonalidades: «Me sorprendí tanto que creí dominar la colorimetría del mundo, de pronto fui capaz de construir el verde, tuve el poder de crear».

Contamos con una reseña de la novela Aunque es de noche, de Montserrat Rodríguez Ruelas que «transforma lo ajeno en familiar, lo atroz y lo tierno conviven en sus páginas».

Y en adelantos editoriales, tenemos un cuento de Irma Sabina Sepúlveda sobre un pueblo olvidado: «Yo me quedé callado. Sus palabras me cayeron como una cuchillada. Un sudor helado me recorrió el cuerpo y en vez de respirar, sentí que algo me roncaba en el pecho. La vista se me nubló cuando agarré la botella». Además, cerramos con un fragmento de El libro verde de los secretos, de Erika Zepeda, un álbum ilustrado que forma parte de la colección editorial para infancias y juventudes de la UANL.

 

¡Nos leemos pronto!

El equipo editorial.

Artículos Relacionados