viernes, abril 26, 2024
    A bordo de un eteronef

    José Luis Aguirre

     

    Hay una percepción recurrente en la literatura según la cual muchas novelas son realmente el inconsciente del momento especifico en el que son escritas. De tal manera, esta literatura funcionaría como nuestros sueños: una especie de residuo de todo lo vivido en un periodo de tiempo; de receptáculo a donde va a caer todo lo pensado, deseado, reprimido, observado. Por citar dos ejemplos: The Road, de Cormac McCarthy, publicada en 2006 y leída en Estados Unidos como una alegoría de la oscurísima administración de George W. Bush, y que fantasea con el fin de la civilización occidental como tal; o bien 1984 de George Orwell, publicada en 1949, cuya escritura post Segunda Guerra Mundial abreva en las tiranías que llevaron al mundo a la debacle y, como sabemos, habla de un futuro distópico, en el que nuestra intimidad es observada como medio de control por parte de los gobiernos totalitarios. 

    Por su parte, Estrella roja del autor ruso Alexandr Bogdánov, publicada en 1908, fue escrita tras el fracaso de la revolución rusa de 1905, en circunstancias en que la tensión al interior del partido comunista tomaba uno de sus puntos más elevados encarnada en una discusión de facciones e ideologías que propugnaban distintos rumbos a tomar. Para Bogdánov, esta batalla desembocaría en su propio exilio a la isla de Capri, tras su expulsión del partido comunista instigada por Lenin.

    Editada por la UANL, esta ejemplar traducción del ruso al castellano hecha por Jorge Bustamante García, resulta verdaderamente eficaz al transmitirnos “la gran ruptura” que significó para el país el levantamiento de las clases obreras y campesinas frente al imperio ruso:

    «Esos primeros días sangrientos conmovieron tan profundamente la conciencia colectiva, que todos esperaban una salida rápida y clara de la lucha: parecía que lo peor ya había pasado, que nada aún más malo podía suceder. Nadie podía imaginarse hasta qué grado serían tenaces las manos huesudas de los muertos, empeñados en atormentar a los vivos con su cruel abrazo. En las masas se desbordaba con ímpetu la excitación de la lucha. El espíritu de la gente se abría, abnegado al encuentro del futuro; el presente se esparcía en una niebla rosada, el pasado se esfumaba en algún lugar lejano, desaparecido de los ojos. Las relaciones humanas se hacían inestables y frágiles, como nunca antes. Fue en esos días que ocurrió lo que le dio un vuelco a mi vida y me arrancó del torrente de la lucha entre hermanos». (Bogdánov, 2021: 21).

    Si las novelas presagian el futuro o son una especie de reflejo oblicuo de un presente en tensión, esta es una discusión que seguirá. Por ejemplo, ¿cómo percibir hoy una novela como la de Mary Shelley, El último hombre (1826), donde presagia un virus que se transmite por el aire en el tercer milenio y que va acabando con la humanidad, en el contexto actual postcovid 19?

    En cambio, en la novela de Alexandr Bogdánov ese reflejo oblicuo del presente está relacionado con las condiciones en las que fue escrita. En medio del conflicto político terrestre focalizado a Rusia, un extraño personaje se infiltra al movimiento de la capital para acercarse al protagonista Lenni, con el objetivo de mostrarle, a bordo de un eteronef, el entramado de la sociedad comunista a la que pertenece en su Estrella roja. 

    Este personaje, que posteriormente será el protagonista en la secuela El ingeniero Menni es importante, pues es el agradable anfitrión de Lenni en esta aventura por el planeta Marte y además representa tanto las inclinaciones políticas como el interés en el desarrollo tecnológico del autor. En el primer encuentro que sostienen, Menni le comenta que ha estado pendiente de sus descubrimientos científicos acerca de los electrones y la materia. Se detiene específicamente en un aspecto que menciona Lenni en sus escritos, la cuestión de la antimateria, algo en lo que el propio Bogdánov había trabajado antes. 

    «Usted expresa allí la suposición de que la teoría eléctrica de la materia, representada necesariamente por una fuerza de gravitación en forma de un derivado de la fuerza eléctrica de atracción y repulsión, debe llevar al descubrimiento de una fuerza de gravitación de otro signo, es decir a la obtención de un tipo de materia que no sea atraída por la tierra, el sol u otros cuerpos conocidos». (Bogdánov, 2021: 26)

    Esta idea es indudablemente osada para 1908, además de que plantea posibles relaciones con la materia oscura, un descubrimiento científico muy posterior a la época en que fue escrita la novela, pero que Bogdánov esboza conceptualmente por medio de uno de sus personajes. Menni explica el procedimiento por el que la civilización a la que pertenece ha dominado el viaje interplanetario con naves que:

    «Se hacen de materiales corrientes, pero contienen un recipiente lleno de una cantidad suficiente “de materia de tipo negativo”. Luego solo queda dar a todo este sistema, que no posee peso alguno, una adecuada velocidad de movimiento». (Bogdánov, 2021: 28)

    No solo la antimateria le interesó como científico a Bogdánov, sino que, donde realmente se especializó, fue en las transfusiones de sangre; así, fue un pionero de la medicina moderna en este rubro. Fundó un instituto de hematología en el que hizo un sin número de transfusiones exitosas y él mismo se sometió a ellas. Incluso, esto lo llevó a la muerte a consecuencia de una transfusión con sangre contaminada por tuberculosis y malaria. Pareciera una ironía hablar tan optimistamente de las transfusiones en esa época; aun así, sus investigaciones en la sangre, para la historia de la medicina, no pueden ser ignoradas. 

    Menni le explica a Lenni el motivo del aspecto juvenil de los marcianos: 

    «Al fin, usted conoce ya la aplicación de las transfusiones sanguíneas para la transmisión de un organismo a otro de los elementos vitales, con el propósito, por ejemplo, de crear resistencia elevada a una u otra enfermedad […] Mediante la observancia de todas las precauciones, esto es perfectamente inofensivo; la sangre de una persona continúa viviendo en el organismo de otra, mezclándose allá con su sangre y ocasionando una renovación profunda de todos sus tejidos». (Bogdánov, 2021: 121).

    Pero a Bogdánov le atraía todo. En su biografía podemos ver que estudió medicina pero también filosofía y política; que fundó el movimiento de vanguardia Proletkult; que le interesaba la enseñanza al fundar escuelas para obreros; que era un militante tan reconocido como Lenin en el movimiento comunista; y que fue profesor de Economía en la Universidad Estatal de Moscú. Tal cantidad de intereses para una mente tan inquieta suenan coherentes, y están reflejados todos en Estrella roja: desde los aspectos científicos para los viajes interplanetarios, pasando por las formas de organización de la sociedad marciana, así como la educación, el lenguaje y, desde luego, el trabajo (un tema que enfatiza, siendo él tan cercano a los obreros); la crianza, temas filosóficos y morales como el suicidio, el amor, la estética, el arte, la arquitectura, el colonialismo, y más. Una novela que bien aspiraba a ser total porque retrata a una civilización entera.

    Hoy Estrella roja encuentra una oportunidad de interpelar al lector por el contexto actual de conquista del espacio y los viajes a Marte. Con varios magnates y potencias militares a la cabeza, el espacio inmediato a la Tierra, poco a poco, empieza  a ser colonizado e invadido por los artefactos tecnológicos humanos. Apenas comienza una primera etapa en que robots dirigidos desde la Tierra, cumplen con el objetivo de probar el camino para las posteriores llegadas de misiones tripuladas en un futuro no tan lejano. Todo esto, desde luego, implica mucho de lo que aparece en la novela. Las preguntas y cuestiones que adelanta la literatura tendrán que ser pensadas y ejecutadas en tales contextos. Los dilemas morales y filosóficos están a punto de aparecer y no podemos sacarles la vuelta. Rusia misma, de nuevo, está inmiscuida al ser una de las potencias en esta disputa. La reciente decisión de dejar la Estación Espacial Internacional, para crear una individual, parece ser un paso atrás en la cooperación global, y un gesto que adelanta a Rusia hacia un protagonismo y autosuficiencia a los que quiere llevarla Putin, justo al lado contrario del espíritu colaborativo que tanto propugnaban Bogdánov y sus simpatizantes.

    Con Marte como el otro punto de la ecuación, la Tierra se lanza a un encuentro que diversos autores y pensadores ya imaginaron. No es casualidad que el capitalismo lo tenga en la mira: mediante inconmensurables proyectos como el de Jeff Bezos y Elon Musk, al agotar los recursos de nuestro planeta mediante la extracción salvaje y desmedida, se hace hoy necesario escapar de él para propagar la vida capitalista de la Tierra. Es aquí donde entra la reflexión y la experiencia política de la Tierra y sus tantas pugnas; donde parece decirnos Alexandr Bogdánov que Marte, más que un lugar para colonizar, es nuestra estrella roja, la estrella de un rojo que representa lucha, comunión y comunidad.

     

    Título: Estrella roja

    Autor: Alexandr Bogdánov

    Editorial: Universidad Autónoma de Nuevo León

    Año: 2021

     

     

     

     

     


     

    José Luis Aguirre Aguilar. (Monterrey). Egresado de la Licenciatura en Bibliotecología y Ciencias de la Información por la Universidad Autónoma de Nuevo León (UANL). En 2020, ganó el Premio de Poesía Rosario Castellanos, organizado por la Universidad Autónoma de Yucatán. Es autor de Una ciudad dentro del pecho, editado por la UANL en 2022.

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