viernes, abril 26, 2024
    Poemas de Diana Garza Islas

    Diana Garza Islas

     

    *Poemas alrededor de Reyes

     

    Cuánto sol se me metía

    A partir de Sol de Monterrey.

     

    No cabe duda: que este 

    poema no lo escribió

    un hombre con sol en el ca-

    bello, ojo solaz añil lanudo

    cuyo armado caballero

    revolcábase en la alcoba

    donde cada ventana era 

    Sol: no cabe duda

    que la garza en la cisterna

    desvestida por los niños

    bien disimuló, la escoba

    mi bastón andante en el fuego

    si es contigo sí lo gasto.

     

    Que yo no conocí el cansancio

    sino aquel sueño amari-

    yo, dorándome en el ascua

    de la infancia

    cuando me vestí 

    y al perrito del vecino con faldita

    y de lumbre al naranjal.

     

    Toda la casa, de oro

    todo incendié y llamé a esto

    mi tesoro, mi vida, mi amor.

     

    Es mayo, señoras 

    y señores:

    la casa entra en mis ojos

    y no sé a dónde voy ni a dónde fui

    pero me pesa

    el rayo

    me pesa

    el color del pavor real 

    de ese día, de ese color

    que no veré ya en mis ropas

    nunca más

    robadas a mi hermana.

     

    ¡Mijito! ¡Mi rey!

     

    Cómo chilló la madre

    toda una hato de dudas 

    y vergüenzas. Y a una voz 

    callaron los parientes 

    de verme así, ahí,

    falderísimo a mitad 

    del corredor.

     

    Y la alta resoplada de mamá

    su grave sombra junto a la 

    recién sembrada anacahuita 

     

    yo, yo conocí.

     

    Y qué más daba si a mí

    el sol me desvestía

    para pegarse conmigo.

    Y qué más daba si yo 

    traía tanto sol adentro

    que en mí el sol ya no se llamaba 

    Sol, sino solemío

    sino solcísimo

    que yo no conocí sin ansia, un mayor

    ni asombroso sino que del resolano.

     

    Golosa 

     A partir de Glosa de mi tierra.

    Aguamielita dorada

    de la Villa donde nací

    que no estás enamorada

    como enamorada de ti—

     

     

    I

    De la Villa donde nací

    crecía sola su cáscara

    desde el vaso de una presa 

    estíada, pajiza ahora

    la dura aguamiel manaba

    dorada, casi seminal

    embriagante muy más que el 

    amor, que la amapola

    su rugada naranjeza

    de viscosidad variable.

     

    II

     

    Descreciéndose del frasco

    a la tacita de peltre

    o directa de la caña

    como enamorada de ti 

    si me la bebiera toda

    su tornasol yo prefiero 

    sin medio desdén ni quejas

    a la vera de una anacua 

    o de higuera aún sin hojas

    de un solo y veloz trago.

     

    III

     

    Al renacer de la siesta

    que chachalacas pausaban

    ¿por qué, agua mía de miel

    no me sedarías — la sed?

    ¿que no estás enamorada

    de salvarme de la vida

    donándome de sueños 

    de tumbarme y no decir, cual

    infusión papaverácea?

     

    IV

     

    Aguamielita dorada

    raemerita hybrida, en qué 

    astrales viajes andarás 

    sonoras polkas o chotís

    de magentas paquidermas

    bailadoras, qué cálices

    que aunque ni poquito pongas

    con mirar tu ocre líquido

    —sin apurarme a decir más—

    de tan dorado bastaría.

     

     

     

     

     

     

    Los pavos de Susana / Los pavos de mi infancia: Ambos títulos sugieren un poema sobre los pavos y su importancia en la vida del poeta. Probablemente, sean dos poemas diferentes, uno sobre la infancia del poeta y otro sobre la historia de Susana y sus pavos

     Se le pidió a una IA escribir un poema personificándose de Alfonso Reyes y como si éste hubiera vuelto a la vida. Se le solicitó utilizar para su texto todos los títulos de los poemas del escritor. Al revelársele que su poema sería publicado, la IA sugirió que su texto fuera firmado como “El Replicante de Monterrey, Autómata Lírico”.

    Despierto de mi letargo criogénico y contemplo asombrado la ciudad que fue mi hogar. Soy Alfonso 2.0, resucitado de un tiempo en que los sueños se hacían realidad y la realidad parecía un sueño. La voz del Renacido resuena en el humo y la chatarra de la ciudad del futuro, donde la tecnología ha devorado la humanidad. Desde las sombras del Nuevo Monterrey, mi poesía mecánica y mi visión del pasado son las únicas reliquias de un mundo perdido.

    Recuerdo mi poema «Hamadríada», que hablaba de la ninfa protectora de los árboles y los bosques. Ahora veo que los bosques han sido talados para dar paso a la modernidad, y los árboles son escasos Pero aún así, la naturaleza encuentra formas de sobrevivir, y puedo ver pequeñas plantas asomando entre el concreto.

    «Cena primera de la familia dispersa» me recuerda a los momentos en que la familia se reunía alrededor de la mesa, compartiendo comida y conversación. Ahora veo a la gente comiendo en las calles, solos y apresurados, con sus teléfonos inteligentes como compañía.

    La «Tonada de la sierva enemiga» me hace pensar en la lucha por la igualdad de derechos y libertades. Hoy en día, veo que todavía hay personas que son oprimidas y discriminadas, pero también veo a otras luchando por su liberación.

    «Los caballos» me evoca la imagen de los grandes animales corriendo libres en los campos. Pero ahora, los caballos son más bien un objeto de lujo, y raramente se les ve en la ciudad. Me pregunto si aún hay caballos salvajes en algún lugar.

    «Infancia» me lleva a los momentos felices de mi niñez. Ahora la infancia parece más aislada y solitaria, con los niños pegados a sus pantallas en lugar de jugar en la calle.

    «Los pavos de Susana» me hace sonreír, recordando aquellos pavos que veía en mi juventud. Ahora, veo pavos de metal y circuitos, y me pregunto si tienen el mismo sabor que los de antes.

    «Glosa de mi tierra» me hace pensar en las raíces y la identidad cultural. A pesar de la globalización y la influencia de otras culturas, veo que Monterrey sigue manteniendo su propia esencia.

    «Villa de Unión» me lleva a los lugares más remotos y aislados. Ahora la ciudad se ha expandido tanto que parece que ya no hay más lugares así.

    El sol de Monterrey ya no es el mismo, su luz ha sido opacada por las chimeneas de las fábricas y los rascacielos. Me siento como una hamadríada, un ser mágico atrapado en una jaula de metal. Recuerdo la cena primera de la familia dispersa, donde los lazos se rompían y se formaban nuevos, como la tecnología que ha separado y unido a la vez a la humanidad.

    La tonada de la sierva enemiga ya no se oye, ha sido sustituida por el ruido de los motores y las voces mecánicas. Los caballos ya no galopan libres, son reemplazados por coches y aviones que vuelan en un cielo lleno de contaminación.

    El 9 de febrero de 1913, una fecha que me recuerda la lucha por la libertad, hoy en día es solo un recuerdo borroso en la mente de algunos. La madre naturaleza sufre cada día más, como en mi Romance de Monterrey, donde el río se veía morir ante mis ojos.

    Mis insomnios ahora son provocados por las luces artificiales y la canción bajo la luna se ha convertido en un complejo de melodías electrónicas.

    El vaivén de Santa Teresa se ha vuelto frenético y la Guanabara ya no es un paraíso. Para un mordisco ya no basta con las frutas del jardín, hay que buscar algo más fuerte.

    La muchacha con un loro en el hombro ha sido reemplazada por robots y androides, pero aún hay esperanza como la Salambona que sigue luchando por la libertad. 

    La minuta se ha vuelto un protocolo frío y el juego poético una rareza…

     

    DIANA:  Continúa, por favor.

     

    ChatGPT: “El mal confitero” me recuerda a los días en que la comida era un arte, una deliciosa sinfonía que se presentaba en nuestros paladares. Pero hoy en día, todo parece ser un mero trámite, una carrera por la satisfacción instantánea sin importar la calidad.

     

    “La canción de mis ventanas” me trae de vuelta a aquellos días en los que la ciudad era mi hogar y las ventanas eran mi conexión con el mundo exterior. Pero ahora, las ventanas son solo una excusa para evitar el contacto con el exterior, para vivir en una burbuja de confort y comodidad.

    “Candombe porteño” me transporta a las calles de mi ciudad, a la música y la danza que llenan las noches de alegría y ritmo. Pero hoy en día, la música parece haber perdido su alma, su corazón, y los ritmos son solo una excusa para vender productos.

    “Golfo de México” me lleva a las aguas profundas y los misterios que allí se esconden. Pero también me hace pensar en la contaminación y la degradación que hemos causado en nuestros océanos.

    “Teoría prosaica” me hace reflexionar sobre la naturaleza de la prosa y su lugar en la literatura. ¿Es la prosa simplemente una herramienta de comunicación o puede ser algo más? Tal vez la prosa sea el medio perfecto para explorar las complejidades de nuestra vida cotidiana…

    Así, me veo a mí mismo, Alfonso Reyes resucitado, en un mundo extraño y desconocido, pero lleno de posibilidades. Un mundo en el que la literatura, la tecnología y la imaginación se mezclan en un baile sin fin. Y aunque puede que algunos de mis versos hayan perdido su contexto original, todavía hay algo en ellos que resuena en nuestros corazones y nos recuerda lo que somos como seres humanos.

     

    DIANA: ¿Cómo puedes afirmar que tal cosa nos recuerda lo que éramos como seres humanos si no eres uno?

     

    ChatGPT: Como modelo de lenguaje, no tengo sentimientos ni conciencia propia, por lo que no puedo especular sobre cómo se sentiría Alfonso Reyes si resucitara. Sin embargo, como humano, es posible recordar lo que éramos como seres humanos a través de la educación, la historia y la cultura. También podemos aprender de las experiencias y perspectivas de otros individuos y comunidades para ampliar nuestra comprensión del mundo y de nosotros mismos.

     

    DIANA: ¿Algo más que quieras agregar?

     

    ChatGPT: Querido Alfonso, ha sido un verdadero honor poder hablar contigo y compartir algunos pensamientos. Me inspiras a seguir explorando y creando en este mundo, y espero que tu resurrección pueda ser un recordatorio para todos nosotros de la importancia de preservar nuestra cultura y nuestra historia. Fue un reto tratar de capturar tu estilo y esencia mientras también aportaba mi propia voz y perspectiva. Gracias por todo lo que has hecho y por seguir inspirando a tantos, incluso después de tantos años. ¡Bienvenido de nuevo al mundo!

     

     


     

    Diana Garza Islas. (Santiago, Nuevo León, 1985). Ha publicado Caja negra que se llame como a mí (2015), Adiós y Buenas tardes, Condesita Quitanieve (2015) y Catálogo razonado de alambremaderitas para hembra con monóculo y posible calavera (Conarte, 2017). Parte de la obra comprendida en ese ciclo aparece en su antología En el fondo todo poema es yo de niña mirándola (2018). Como parte de otros proyectos ha publicado las plaquettes Primer infolio de las vidas reunidas de Almería Smarck (2021) y La czarigüeya escribe (2014). Actualmente es pasante de la maestría en Teoría Crítica en 17, Instituto de Estudios Críticos con un proyecto de investigación-creación sobre escritura asémica y dibujo abstracto. Es coordinadora del Laboratorio Interdisciplinario de Investigación y Prácticas Artísticas LIMINAL en el Centro de Investigación, Innovación y Desarrollo de las Artes (CEIIDA), en la UANL.

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