martes, octubre 15, 2024
    Editorial: marzo 2023

    Este mes, invitamos a varios escritores, becarios del Centro de Creación Literaria Universitaria y hasta un ilustrador a crear en torno al verbo hablar. ¿Somos lo que hablamos? Los mensajes que emitimos parten no solamente de nuestro conocimiento sino que están cruzados por nuestras experiencias personales. Personas humanas y no humanas hablamos, cada quien con un estilo peculiar. En marzo nos acercamos a algunas expresiones particulares con la intención de ir más allá del mero acto de hablar.

    Abrimos con unos poemas de Yaroslabi Bañuelos, quien indaga en las conversaciones posibles con la figura materna y cómo el linaje femenino configura su estar en el mundo: “No hablaré / sobre la primavera y sus duendes / porque otra vez es ayer / y despierto en los brazos morenos de mi madre / y sé que algo quiere gritar la memoria”.

    En ¿De qué color cantan las piedras?, Diana Garza Islas articula diversas interrogantes con las que provoca percibirse una misma y entre nosotras como seres que son mucho más que hablantes, capaces de sonar y resonar en los mismos términos que las otras formas de vida y la forma-de-vida-en-sí que es este cuerpo planetario. “Recuerdo también esta sensación: la de saber que siempre había tenido la experiencia de ser esto, la experiencia del ‘estoy aquí existiendo el existir’. No me sentía llegada al mundo, sino con una conciencia eterna del estar consciente. Recuerdo darme cuenta de esto antes de tener necesidad de decirlo o de saber que existía la posibilidad de decir”.

    Tenemos unos poemas de Wallace Stevens, en traducción de Hernán Bravo Varela, que transmite fielmente el brillo del bardo estadounidense“¿Quién pensaría en las nubes vistiéndose de sol / cuando toda la gente está temblando, / o en la orgullosa y deslumbrada noche, / cuando la gente se despierta y pide / ayuda a gritos una y otra vez?”

    Sylvia Georgina Estrada nos comparte cómo ha sido su acercamiento personal y colectivo a la poesía a partir de una reflexión acerca de su libro La casa abierta. Conversaciones con 30 poetas (UANL, 2021): “Fue hasta los 16 años que tuve mi segundo gran encuentro con la poesía gracias a una maestra de literatura que no sólo nos dio a leer a William Butler Yeats, Emily Dickinson, Walt Whitman y los sonetos de William Shakespeare, también nos pidió escribir un poema.  Entonces llegó la pregunta que he intentado responder a lo largo del tiempo, con lecturas, entrevistas, escritos: ¿Qué es la poesía?”.

    Diego Rodríguez Landeros ensaya sobre el acto de dialogar sobre los cuerpos de agua y sus habitantes con personas no humanas como una gatita llamada Jacinta: “Sí, Jacinta, ya vi que es una carta vieja. Pero toca, el papel es nuevo. Una fotocopia excelente. Mira las sierras, la orografía”.

    José Fabian Estrada “Perrito” ilustra el acto de comunicación con su peculiar estilo.

    En un breve ensayo, Leonardo Rangel Cantú sugiere que: “Hablar a solas tiene el estigma de la locura. Cuando mi hermana me ve dice: ay, Leo, cada día más esquizofrénico. A veces, algunos soliloquios se extienden más allá de la privacidad de mi casa y terminan en el autobús, con la mirada confusa de una señora. Muchas veces tuve que fingir que mi boca se movía por una canción pegajosa o que me había atacado un espasmo, una parálisis o un bostezo. Pero la gente siempre se da cuenta y, para ellos, mi locura es evidente”.

    Fausto Saucedo escribió un cuento sobre el misterio de los laberintos: “A Milagros le pareció que hablaban un idioma desconocido. Terminada la calle giró a la izquierda, rogando que la avenida apareciera, y se encontró una explanada que se extendía hasta un desnivel. Milagros fue conducida a un pasillo serpenteante, en cuyo piso reluciente se veía reflejada. Dejó de ver la luz del día”.

    Iveth Luna Flores es una poeta con una expresión potente y aquí tenemos una selección de su poemario más reciente: “Soy una buena mujer, aunque cuidar de mí  no fue la noche.  Tú también eres una buena mujer  muy cerca de esa playa californiana  durmiendo junto a otra mujer”.

    Cinthia Alicia Soto reseña 63 señoritas condenadas a la desolación, de Erika Zepeda, que es un autora polifónica: “Las tramas abordadas en el libro son variadas, se dividen entre: la maternidad no deseada, los estándares de belleza, la monotonía, la presión de la sociedad, infancias robadas, futuros inciertos, el pesimismo, abusos sexuales, amnesia, el embarazo a temprana edad, el matrimonio, la soledad, suicidios y toda clase de experiencias de pesadumbre a las que se enfrentan las mujeres”.

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    ¡Nos leemos pronto!

     

    El equipo editorial.

     

     

     

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