sábado, septiembre 21, 2024
    Molusco del mar de Tethys

    Paulina Villalpando

     

    Yo también quise decir esas palabras, 

    quizás aquí es donde pertenezco. 

    Aún bajo el agua, pienso, 

    si me quedo un segundo más,

       tan sólo 

                    uno

                            o dos segundos 

                                                       más, 

    ¿vendrá alguien a buscarme? 

    Aquí abajo no existe el polvo,

    el tiempo abrasa mis pulmones, dentro

    la sangre fluye como un río y al dormir

    siempre acaba el caudal. 

     

    Abro los ojos, pequeñas chispas cloradas 

    atraviesan mi retina, gotean memorias 

    de este mundo sin olas, sé que

    no hay mucha diferencia entre este cuerpo,

    y el del pez naranja tras el vidrio

    en la sala de espera.

     

    El simulacro termina, nadie vino

    por estos segundos, minutos, horas

    nadie ha sentido la urgencia de buscarme,

    miro al frente, quiero imaginar un lugar sin esquinas,

    un pulpo se parece mucho a una mano arrugada, 

    desde aquí puedo ver los ríos que corrieron 

    por el cuerpo enfermo de mi abuela. 

     

    Esa corriente sumergió a mi madre,

    después de volverla un octápodo, 

    convirtió su cuerpo en sal. Son caminos

    que han recorrido sus mejillas, mis mejillas, 

    rutas de sal que llevo marcadas 

    en la herencia de mis manos.

     

    Tal vez este cuerpo

    sólo le pertenece al agua

    y ya ves, yo que nací en el desierto 

    siempre quise volver. 

     

    Pero aquí, hace millones de años 

    brotó una piel de la tierra, 

    una piedra que el tiempo

    demandaba convertir en polvo,

    así, las lágrimas secaron este lugar.

    Esta raíz de mi sangre, creí, 

    plantaron hombres con manos espinadas

    y mujeres que le hablaban al cielo y al océano

    escondido bajo sus pies. 

    Pido un deseo, en mi familia los hombres 

    aprenderán a llorar, quisiera haber nacido 

    en el arrullo de la corriente, bajo el agua

    la luz del farol parece una estrella fugaz.

    Hoy afirmo que en este desierto 

    hace tiempo fuimos mar. 

     


     

    Paulina Villalpando. (Monterrey, Nuevo León, 2000). Licenciada en Letras Hispánicas por UANL. Poeta y mediadora de lectura, le gustan los libros de literatura infantil y llora con ellos.

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