Pamela Aguila
Si el poemario La espera y la memoria, de Adriana Dorantes fuera una canción sería On The Nature of Daylight, de Max Richter: un viaje por la memoria, los recuerdos ocultos y su tiempo indescifrable. Poemas que, a partir de una narrativa, siguen una genealogía de la familia, de la vida de la protagonista y su linaje anterior y posterior; y, desde una poética, se van entretejiendo y desembocan en diferentes cauces. Si recordar es re/construir la memoria, re/escribir fragmentos que se escapan en la fragilidad del tiempo, ¿qué tanto de nuestros recuerdos es ficción?
El libro cuenta con veintiséis poemas en verso libre divididos en cuatro secciones: “El cristal profundo del silencio”, “Imperiosas geografías”, “El tiempo presente y el tiempo pasado”, “La espera y la memoria”. Con un tono íntimo e incisivo la autora atraviesa una constelación de recuerdos, evocaciones de la infancia, los cumpleaños, el hogar, la escuela, al tiempo que reconstruye la figura de la madre y del padre, del árbol familiar y los amores. Estas figuras son objeto de una exploración que navega por las diferentes relaciones que se tienen en las distintas edades y cómo estas evolucionan conforme avanza el tiempo.
A lo largo del poemario se indaga también en la multiplicidad de formas que puede tomar una familia, esquemas que no están formalmente establecidos pero con los cuales vivimos y a los cuales pertenecemos. Las generaciones antiguas, las futuras, las presencias, los abandonos y las ausencias son esbozados en un mapa de vivencias y emociones humanas que nos habitan y terminan por entretejer y direccionar un destino propio. Dorantes aluza los escombros que dejan los otros, señala y nombra los huecos de nuestra memoria en donde se filtran las tristezas y la melancolía de todas nuestras edades. Los recuerdos del amor que reverdece la memoria abrazando e iluminando la soledad.
«La realidad abruma,
pero el silencio llega con sus alas tiernas
para recordarme que nada tengo,
me abraza mientras confirma que la voz sobra,
que la verdad es personal y a veces incomunicable,
que los recuerdos también son inventos
y que nada hay que decir al respecto».
La figura de la madre siempre presente conforma una dualidad con la que coexiste la protagonista, ellas están intrínsecamente ligadas y con el tiempo la hija se ve reflejada en la madre, encarnándola a ella y a su soledad estática, entre sueños perdidos y el tiempo que las arrebata la una de la otra. La autora logra una forma de reconstrucción de los arrebatos de las edades, deseos, arrepentimientos y reclamos sobre la condición de ser humana, de ser hija, de ser mujer.
Por otro lado, la figura del padre representa un vacío que se reafirma constantemente entre dudas y reclamos, una sombra, un fantasma, una negación. La percepción del padre evoluciona conforme en los recuerdos avanzan las edades y se desvelan verdades en la memoria que en la infancia son percibidas con duda y desdén y que cobran sentido hasta la madurez. Con la recreación de los recuerdos de ciertos sucesos en la infancia Dorantes nos expone como en la niñez se tiene la capacidad de reconocer las situaciones críticas y como estas impactan generando heridas, dudas, inseguridad, desconfianza o rencor que se quedan grabados en el tiempo y en el cuerpo.
Logra implantar con su poética recuerdos ficticios, fragmentos de una vida que no vivimos, pero que, de cierta forma, iluminan emociones y sucesos que el cuerpo sí recuerda y reconoce. Una experiencia recreada a partir de la ficción con la presencia de los elementos de la naturaleza, la noche, los sueños, la casa, la familia y el amor que convierte a las emociones que evoca en atemporales, nos hace conscientes de lo que reposa dentro y lo despierta.
«De entre todas las cosas de mi vida,
si algo no escogí, fue haber nacido con este hueco,
rio antiguo que hace su camino constante
en el fondo de mi pecho.
Tampoco soy un pájaro:
tal vez solamente un bulto que crece
y mientras lo hace anhela la infancia perdida,
un ave débil que sabe que sus sueños han quedado truncos,
una brisa que mira hacia abajo y desea haber tenido otra vida».
En La espera y la memoria, Dorantes hace una exploración mediante la que concientiza su experiencia con los recuerdos, de qué están hechos, hasta dónde se extienden, qué tanto de lo que somos es conducido por ellos y en lo que ellos yace. El poemario es un caleidoscopio de la memoria, de la vida que se nos escapa y el destino del que no podemos huir.
Título: La espera y la memoria
Autor: Adriana Dorantes
Editorial: Universidad Autónoma de Nuevo León
Año: 2022
Pamela Aguila. (Monterrey, 1998) Licenciada en Filosofía y Humanidades, becaria del Centro de Creación Literaria Universitaria 2022. Poeta, fotógrafa, artista plástica.